miércoles, 27 de julio de 2011

CARAVAGGISTA: JOSE RIBERA "EL ESPAÑOLETO".






Me entusiasmó la exposición “El joven Ribera”. Me entusiasmó. Incluido el libro editado para la ocasión con el mismo título de la exposición.
Si tienen ocasión de verla, se la recomiendo fervientemente. Está en el Museo del Prado… y no queda mucho tiempo. En todo caso, puedan ir o no, compren el libro de la exposición “El joven Ribera”. Está bien de precio, y contiene textos de Gabriele Finaldi, José Milicua, Gianni Papi, Javier Portús, Nicola Spinosa y Antonio Vannugli; todos ellos gente muy docta en los pintores y cuadros que nos interesan.


La idea general de la exposición es en resumen la siguiente: Partiendo de unos cuadros recientemente atribuidos a Ribera, se va reconstruyendo su trayectoria artística en Roma, cuya estancia parece ser bastante anterior a lo que se pensaba hasta ahora.
¿Y qué implica eso?  Implica que de una vez se va a coger el toro por los cuernos, y se va a demostrar que un jovencísimo Ribera conoció y fue “alumno” de Caravaggio en Roma aproximadamente en 1.605, -entiéndase alumno en el sentido más amplio posible, dado que se hace difícil imaginar a Caravaggio como un paciente profesor-.
Les contaré una anécdota tengo tres grandes carpetas con datos de pintores una se titula “Los que conocieron a Caravaggio”, otra “Dudoso que conocieran a Caravaggio” y la última “No conocieron a Caravaggio”. Cuando leía sobre Ribera siempre notaba un salto en el que de su llegada a Roma se traslada el relato con alegría  a Nápoles en 1.616 –unos seis años después que muriera el maestro-, dejando un casi vacío de varios años. Como no me convencía, yo, por pura intuición, pasé a Ribera de la carpeta de los que no lo conocieron, a la de los que quizá lo conocieron, pues me parecía que había unos años oscuros en que cabía la posibilidad teórica de un conocimiento personal mutuo. Ahora estoy muy contento de que las investigaciones vayan confirmando esa intuición.
Así, y en el Libro “El joven Ribera” se dice cómo se llega a esa hipótesis razonable. Para Gianni Papi se habría formado una primera vanguardia caravaggista con Cecco del Caravaggio, Bartolomeo Manfredi, José Ribera El Españoleto, y Giovanni Antonio Galli conocido por “Spadarino”[1]. La siguiente hornada de pintores, (en la segunda década, esto es de 1.610-1.620), según la tesis de Papi, tendrían como referente no a Caravaggio sino más bien a Ribera, es decir esos pintores no estarían tanto teniendo como referencia “la Vocación de San Mateo”[2], como al cuadro “Jesús entre los doctores”, recientemente atribuido a Ribera con datación en 1.612 ó 1.613, y que se puede ver en la exposición, estando ampliamente explicado en el libro. Considera G. Papi, que en función de eso, la palabra “caravaggista” resulta impropia, superada y fuera de lugar, pues para esos pintores de la segunda década la palabra “…los oprime, casi los relega como artista menores…”[3].
 Como quiera que este modesto “blog” tiene como título “caravaggismo”, me siento aludido, y querría aportar también humildemente mi opinión en las siguientes líneas.
Hace tiempo que yo sabía que a G. Papi no le gustaba la palabra. Ahora conozco su argumentación completa. Debo decir antes, por cierto, que dentro de mis escasos medios, poseo en mi biblioteca, y he leído con fervor, su libro La “schola” del Caravaggio. Dipinti dalla Collezione Koelliker de 2.006 que compré en Roma, y que he leído, y aún releo, con el diccionario de italiano en la mano, pues hay palabras y giros de ese idioma que se me escapan. Dentro de ese libro, se incluye una largísima lista de pintores, se supone que pertenecientes a la “schola” del Caravaggio. Entre ellos Ribera. No obstante lo cual, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión.
Las palabras sirven para entendernos, esa es su principal función. A veces, es cierto, las palabras no responden con precisión a las exigencias de conocimientos más profundos. Eso es normal. Las palabras también a veces se desgastan o encogen de contenido con el tiempo, y así tenemos que modificarlas o crear otras. G. Papi ve como la palabra caravaggismo, –por extensión caravaggistas-, oprime y relega a ciertos autores como menores, porque, claro está, los ve con méritos grandes y virtudes propias. De acuerdo, pero sino los llamamos caravaggistas… ¿cómo los llamamos entonces? ¿Tenebristas? ¿Quizá “riberistas”? ¿Según sea la primera, la segunda o la tercera década del S XVII? ¿Quizá no les llamamos de ninguna manera especial? No lo sé. El caso es que si nos fijamos en las diferencias, en las innovaciones, el caravaggismo se queda corto e inadecuado,  pero si nos fijamos en las similitudes, quizá el caravaggismo como palabra no está tan mal. Es un enfoque práctico. Por otra parte Caravaggio es actualmente, con diferencia, mucho más conocido[4], que por ejemplo Spadarino o que incluso Ribera, (cuestión de moda, no siempre fue así como sabemos), pero, a través de aquél,  impulsados por su genio podemos llegar a Ribera y Spadarino y otros. Nunca he pensado yo en tildar a otros artistas distintos de Caravaggio como menores. Creo que  a ningún admirador del arte se le ocurriría algo así. Y a tenor de esto, siempre me viene a la cabeza, cuando en el museo Van Gogh de Ámsterdam, no podía yo ni caminar del gentío que estaba degustando los cuadros del pelirrojo holandés, artista que, según tengo entendido, no vendió muchos cuadros en vida, lo que demuestra, y demostrará por siempre, lo injusto  de la desconsideración a un artista.
Y sin embargo, de algún modo G. Papi me produce cercanía y simpatía cuando dice que incluido él mismo continúa utilizando el término –caravaggissmo-, pues no consigue arrinconarlo probablemente por economía lingüística. Para terminar este asunto nominal, pienso que a medida que pasa el tiempo, los  “ismos” se alejan del personaje que los bautiza, incluso de su estilo directo, y nos lleva más a un concepto si se quiere un tanto vago. Por ejemplo, si hablamos sobre surrealismo y comentamos sobre Dalí, Magritte o De Chirico, que son pintores muy diferentes, seguramente nos entenderíamos pese a que sus diferencias son notables.
Los argumentos de Gianni Papi  en cuanto a lo demás me resultan convincentes.
Pongamos como ejemplo el siguiente cuadro:

Se titula “La negación de San pedro”. Este fabuloso cuadro de 163x233 fue uno de los que más me interesó de la exposición “El joven Ribera”.Fue pintado en aproximadamente 1.615 ó 1.616. Estaba hasta ahora mayoritariamente atribuido a un caravaggista de origen francés llamado Valentin de Boulogne. Ahora veamos este otro:

Fue pintado por Caravaggio en 1.609 ó 1.610 y es propiedad del Museo Metropolitano de Nueva York. Se titula igualmente “La negación de San Pedro”. Medidas 94 x 125’5.
El cuadro de Ribera el Españoleto, atribuido gracias a los buenos oficios de G. Papi, yo diría que es muy caravaggiesco. Podríamos encontrar muchas diferencias, pero también muchas similitudes ¿en qué quiere fijar usted la atención?¿En las diferencias o en las similitudes? Yo en todo.
Para empezar el cuadro de Caravaggio es muy posible que fuera conocido por el Españoleto pocos años después de la muerte de Caravaggio, incluso que lo conociera en Roma.
¿Es posible que este cuadro fuera un homenaje de Ribera al maestro? Quizá. Yo diría que sí. Veamos:
El cuadro de Ribera tiene dos claras secciones, una primera “los que están de pie y a la derecha” (negación de S. Pedro), y “los que están en la mesa”, (que evoca la escena del Nuevo Testamento en la que los soldados romanos se juegan a los dados las ropas de Jesús crucificado). Además, habría otro inquietante personaje de pie a la izquierda que funciona de alguna manera como nexo de unión de las dos secciones. La actitud y gesto  de S. Pedro es la misma en los dos cuadros; manos simétricas dobladas  hacia adentro, con los pulgares extendidos como queriendo decir “¿Yo? Yo no tengo nada que ver con Jesús”. Seguimos. La mujer que está al lado de S. Pedro en ambos cuadros le señala; y aquí debemos hacer mención que ya en el cuadro de Caravaggio “La Vocación de San Mateo” ya se ponía en evidencia toda la teatralidad y dramatismo de los señalamientos entre unos y otros personajes. Destaca la innovación del tipejo con gorrita –la gorrita es del estilo del cuadro también de La Vocación de S. Mateo- que está con el dedo acusador  dirigido a S. Pedro, función que realiza en Caravaggio el soldado con su mano a contraluz. También está el soldado que simboliza la fuerza del poder, lo peligroso de la situación en que se ve S. Pedro. El soldado va con su coraza y es una imagen de soldado en el tiempo del cuadro, una transgresión temporal de la que ya hablamos en la Vocación de San Mateo. En el cuadro de Ribera el soldado que está mirando a los dados con la coraza puesta, (la coraza con su brillo intenso, era una filigrana apreciada y rompe de alguna manera con la monotonía de las ropas de los demás). Después la mesa; la mesa da mucho juego a los buenos pintores. Ocurren muchas cosas en su entorno. Sirve a los pintores para agrupar a los personajes en diferentes actitudes. Aquí, una vez más, como en la Vocación de San Mateo, algunos personajes permanecen ajenos a lo que ocurre cerca de la mesa. Con la mes como aglutinador dos temas pictóricos muy conocidos: La Última cena y La cena de Emaús[5]. Por ultimo, reparemos en la iluminación. Caras, parcialmente iluminadas, manos –siempre difíciles de hacer-, ropas de tonos oscuros, oscuridad general, intensidad, peligro, y al mismo tiempo desolación. Obras maestras ambas desde luego.
Bien, Ribera caravaggista. Ribera innovador. Nos gusta Ribera “El Españoleto”. Me temo que hablaremos bastante de Ribera.
Enhorabuena a G. Papi por sus investigaciones, y a los que han montado esta exposición, que nos permiten conocer y admirar más obras de arte. Estamos abiertos a todo. Aquí no hay dogmas en nada. Este es un blog entre amigos. Hasta pronto.
José Luis Cestero (nobiliano@gmail.com).


Fe de erratas.
En la entrada de fecha 28-2-2011 señalo como de Carlo Saraceni el cuadro de San Gregorio Magno que se encuentra en la Galeria de Arte Antiguo del Palacio Barberini de Roma. Dicho cuadro ha sido atribuido a José de Ribera El Españoleto por investigaciones de Silvia Danesi Squarzina (2.003). No obstante pido perdón, y ruego que admitan como excusa, que cuando estuve allí en el Palacio Barberini, vi el cartelito con el nombre de Ribera, pero mi atención estaba centrada en los cuadros de Caravaggio “Judith y Holofernes” y  “Narciso” que estaban en la misma sala, y como no dejan fotografiar, llevo muchas cosas en la cabeza, y no puedo recordarlo todo bien. Compré la Guia del Palazzo en italiano (de 1998 pero reeditada en 2.009), y señala el cuadro como de Carlo Saraceni (pag 96), entonces, al verlo así en el libro, pensé que yo me había confundido con el cartel leído de Ribera y que pertenecería a otro cuadro contiguo.


[1] “Spadarino” es un pintor poco conocido en general y del que no hemos comentado casi nada. No obstante es muy interesante y hablaremos de él en una próxima entrada.
[2] Ver la entrada de 1-12-2010 y 3-12-2010.
[3] G. Papi “El joven Ribera-Ribera en Roma. La revelación del genio.” Pag. 46

[4] En el momento  que esto escribo llega a España el cuadro de Caravaggio el “Entierro de Cristo” o también “Deposición” procedente de la pinacoteca del Vaticano, y que ha tenido un gran eco mediático, que no lo hubiera tenido hace unos años.
[5] De Caravaggio no tenemos Ultima Cena, pero tenemos dos maravillosas cenas de Emaús, de las que ya hablaremos.


lunes, 4 de julio de 2011

CARAVAGGISTA: CARLO SELLITTO





        En nuestro periplo por los pintores que sí conocieron a Caravaggio personalmente no debemos olvidar a uno no muy conocido pero que abrazó con fervor las ideas del “maestro”, se trata de Carlo Sellitto (léase Carlo Selito).
Cuando Caravaggio huido de Roma llega a Nápoles en 1.606, es bien acogido por los pintores del lugar, especialmente por los jóvenes. Uno de ellos fue Battistello Caracciolo (véase entrada de 7-5-2011), otro fue Louis Finson (véase entrada del 14-6-2011), y otro más fue Carlo Sellitto. Así, Carlo pintó bastantes obras que lamentablemente se han perdido, y eso unido a que murió bastante joven (33 años), sólo cuatro años después de  morir Caravaggio, no ha ayudado a su conocimiento.
        Pocas obras se pueden encontrar de él fuera de Italia. En el Museo del Prado, por ejemplo, no creo que tenga ninguna.
        Voy a ofrecer tres de ellas:
       
Esta primera representa a Santa Lucía, patrona de los invidentes y de quienes tienen problemas de la vista,  en que todavía tiene los ojos, pero se los van a arrancar pronto, y van a ser depositados en la copa que tiene en la mano, o bien ya se los han arrancado, están en la copa, y fiel a la tradición sigue viendo de forma milagrosa. Está en el Museo Regional de Messina. Impresiona la expresión de gravedad de la Santa pero al mismo tiempo de seguridad en sí misma.
Este cuadro de tres cuartos, se titula “Salomé recibe la cabeza del Bautista”, entra directamente en el tema muy de moda en la época, y del que ya hemos hablado en otras ocasiones: cabezas cortadas que impresionan al espectador. Pueden verse las entradas de 29-12-2010, y 28-1-2011 cuando hablo de Artemisa Gentileschi, o de 7-5-2011 en ocasión de comentar a Battistello Caracciolo.


Por último este cuadro del Museo de Capodimonte es ya para quitarse el sombrero. Se trata de una sensual “Magdalena penitente”. Me encanta este cuadro de Carlo Sellitto. La modelo debió estar contentísima porque la ha sacado bellísima.
El tema de María Magdalena ha sido muy recurrente en la pintura. En la tradición cristiana esa María del pueblo de Magdala era una mujer bella y pecadora. Pecadora, como no, de pecados sobre todo de la carne, esto es prostituta. Pero el encuentro con Jesús que le exorciza de siete demonios, (nada menos), y entonces ve la luz divina, no sin previamente pasar por un proceso de penitencia. De hecho es la primera testigo de la resurrección de Jesucristo. El arrepentimiento conlleva el gran premio de la gracia, el conocimiento  y vivencia del gran misterio, ese es el mensaje religioso. Ustedes pueden ver en internet todo tipo de comentarios y teorías actuales sobre si Magdalena fue mujer o amante de Jesús, etc, pero eso se sale del objetivo de este blog. Para nosotros lo importante es cómo imaginaban los pintores a la Magdalena.       La imaginaban de gran belleza, sensual, arrepentida, ascética, penitente, pero incluso voluptuosa, y que enseña un trozo de piel más de lo generalmente permitido. El tema tiene por tanto, un componente dramático y un componente sexual, pues no dejaba de ser una buena excusa para retratar la belleza de una mujer. Como digo, se ha pintado mucho y en este blog veremos bastantes Magdalenas, muchas de ellas memorables. El Museo del Prado, por poner un museo grande, tiene más de veinte Magdalenas.
Volviendo al cuadro de Carlo Sellito, vemos que Magdalena se apoya sobre una calavera que representa la vanidad de la belleza pasajera y a donde todos llegaremos. Belleza y muerte, una combinación siempre inquietante. ¿Les ha gustado?
Saludos. Hasta pronto.
José L. Cestero (nobiliano@gmail.com)

domingo, 3 de julio de 2011

CARAVAGGIO: POSIBLES TENDENCIAS SEXUALES (parte II).

     Eran como las 13 horas de un sábado en el Museo de Louvre de Paris. Hora punta de visitantes. La sala es ancha y larga. A ambos lados excelentísimos cuadros, obras maestras. Uno tras otro. Todos los cuadros de autores italianos. Muchos de los visitantes ya habían cumplido su objetivo principal, habían visto y fotografiado la “Gioconda”. Otro de los cuadros que más tumulto propiciaban era “La Virgen de Las Rocas” también de Leonardo da Vinci. En esa misma sala un cuadro no suscitaba especial interés, cuando llegué a él no había nadie. Quizá el público ya estaba un poco saturado de imágenes que sobrecogen. Sin embargo el cuadro al que he llegado es uno de los importantes de la historia de la pintura. El cuadro en cuestión es este:
 
        Se titula “La muerte de la Virgen” de Caravaggio. Como suelo recomendar, tómense su tiempo para observarlo con detenimiento, no menos de un minuto. Es un cuadro con mucho contenido. Es una obra maestra, fue algo especial en su tiempo…y tiene su misterio.
        Daré unos cuantos datos imprescindibles para poder comentar el cuadro, y unas pocas impresiones personales que quiero compartir.
        Este cuadro fue encargado a Caravaggio para la Iglesia romana de Santa Maria della Scala en 1.601. Esto se sabe seguro porque el contrato fue encontrado. El comprador era un señor, por supuesto adinerado, llamado Cherubini, si bien la iglesia estaba regentada por los religiosos de la orden de los Carmelitas Descalzos, a quienes el comprador lo iba a poner en sus manos. Es un cuadro bastante grande como para un altar central de una capilla (mide 3’69 m. x 2’45 m.). Sin embargo, y por razones no claras, y pese a que Caravaggio trabajaba rápido, el cuadro no fue terminado hasta bastante más tarde, en 1.605 (aunque esto tampoco está claro), cuando lo contratado era que debía estar terminado un año más tarde (1.602). Caravaggio cobró 50 escudos antes de empezar y se dejó el precio final en función de la valoración por un experto. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué esa tardanza? La respuesta es difícil y seguramente fueron varias las razones porque  sabemos que Caravaggio tuvo varios encargos en esos años, sabemos también que se montó un lío monumental con Caravaggio y el cuadro encargado por Cherubini, y no es fácil de explicar; y porque además incidieron otros factores ajenos al cuadro pero directamente relacionados con la vida de Caravaggio. Lo crean o no, el cuadro fue rechazado, y probablemente no llegó a estar nunca en el lugar para el que estaba destinado. Pero volvamos al principio.
        Se le encargó un tema no nuevo, pero poco visto: La muerte o tránsito de la Virgen. Esto significa en las creencias católicas que en el momento de la muerte de la madre de Jesucristo, de forma milagrosa, aparecen los apóstoles en los momentos anteriores a la transición de la Virgen al reino de los cielos.
        Caravaggio concibió una escena auténticamente luctuosa, cuando hasta entonces el tema se había tratado como una suerte de apoteosis mística y gloriosa, pero poco creíble. Nos presenta una estancia en penumbra. La luz entra por una ventana que no se ve, y forma un foco que ilumina fundamentalmente las cabezas de los apóstoles, se centra en la figura de la Virgen, y se abre hacia María Magdalena que solloza. La Virgen acaba de morir. Observen el telón rojo que casi ocupa medio cuadro. Ese telón marca la diferencia entre una concepción de la pintura como imaginería y un naturalismo conmovedor como no se había visto hasta entonces. El cuadro pretende conmovernos con un escenario real y no con nubes, angelitos, trompetas y pamplinas. Pero como digo,  el cuadro fue rechazado, y los motivos difieren un tanto según el biógrafo que se lea. Así,  Mancini  dijo que había sido rechazado porque la Virgen había sido pintada retratando a una prostituta, sin embargo, su biógrafo-enemigo Baglione señala que el cuadro fue rechazado porque no cumplía los parámetros de decoro exigibles por los Carmelitas, especificando la falta de decoro que suponían ese cuerpo hinchado y la desnudez de las piernas (lo que no deja de ser exagerado visto desde nuestro días, pues solo se ven los pies, los tobillos y un poco de las piernas). Los demás biógrafos no estuvieron en aquel momento y no conocieron los hechos en la época, por lo que a su testimonio no le concedo especial valor.

        Dos preguntas surgen de súbito a la mente ¿Quién es la mujer que hace de la Virgen en el cuadro?  Y ¿Era esa mujer una prostituta?
No me detendré en la mujer que solloza, y que representa a María Magdalena, pues Caravaggio inteligentemente le hace que se tape la cara llorando para no robar un ápice de protagonismo a la Virgen yaciente. Así que si Caravaggio no quería que nos fijáramos mucho en esa figura, yo tampoco lo haré.

        ¿Quién es la mujer que hace de la Virgen en el cuadro?
 
Detalle de la cabeza en posición vertical.
Algunos creemos que esa mujer todavía joven, era Lena. Una mujer  que había sido pintada como Virgen en, al menos, en dos cuadros más de Caravaggio: la Virgen de los Peregrinos, y La Virgen de los Palafreneros. Vean estos detalles de la cara de la Virgen en ambos cuadros. El parecido es más que razonable.
 


        Vayamos directamente al grano ¿Quién era esa mujer que hemos llamado Lena? Y directamente …¿Era Lena una puta? Contestando ya a la segunda cuestión, yo creo que no, que Lena no fue una puta.  Lena ha sido identificada por algunos autores como Maddalena di Paolo Antognetti, registrada como prostituta, pero para empezar el nombre de Magdalena era un nombre muy común y normal en esa época en Roma. Por otra parte, no se nos explica con claridad porqué sí coincide esa Lena con esos apellidos.  La autora H. Langson dice que no lo es, pero no tenemos la suerte tampoco de que nos explique el porqué. Otros autores dicen que sí lo es. En mi opinión un suceso de orden criminal relacionado con Caravaggio, y tangencialmente con Lena, me hace pensar que no se trata de la misma persona, y que la mujer llamada Lena no era una prostituta. Así aprovecho, y les cuento brevemente algún suceso más de la vida de Caravaggio.

        Sucede que un 29 de julio de 1.605, un funcionario llamado Mariano Pasqualone declaraba con urgencia ante la sede de la autoridad judicial de Roma, que en esa misma tarde-noche mientras paseaba cerca del Palacio del embajador español junto con otro amigo llamado Galeazzo, recibió un fuerte golpe en la parte de atrás de la cabeza que le hizo caer al suelo, y manifiesta que el autor de dicho golpe había sido Michelangelo de Caravaggio, como consecuencia de una discusión anterior que habían tenido por una joven llamada Lena. Y añade, (y esta es la afirmación a la que yo doy una gran importancia), “Es la chica de Michelangelo”. Después pidió permiso para retirarse y curarse de sus heridas porque la declaración fue inmediata a la agresión.  Tras estos hechos Caravaggio tuvo que fugarse, y en serio porque iban a por él, a Genova. El golpe propinado había sido tan fuerte, ( usando espada corta, o quizá un cuchillo o un hacha pequeña), que pudo haber matado a este Mariano Pasqualone.
        “Es la chica de Michelangelo”; reparen en la frase. Denota una situación personal de hecho entre Lena y Caravaggio. ¿Cuál fue el motivo de esa violencia?
        El motivo venía de atrás y es sencillo de entender: A Pasquelone le gustaba Lena y la pretendía como esposa. Eso contaba un tal Passeri bastantes años después. Lena era una mujer que vivía con su madre a la que por su belleza Caravaggio, que necesitaba modelo para hacer de la Virgen, habría echado el ojo, y a cambio de una cantidad le convenció para posar para él. Es muy probable que Caravaggio tuviera una relación personal con esa mujer, lo que dejaría en mal lugar la teoría de la homosexualidad completa de Caravaggio. El amigo Pasqualone no desaprovechó la ocasión de decirle a la madre de Lena, que su hija estaba yendo a casa de un “hombre maldito y excomulgado”, un pintor de mala reputación, y que, claro, haría mucho mejor en permitir que él se casara con ella. Cuando Caravaggio se enteró de esto el Pasqualone y Caravaggio tuvieron unas “palabras”, pero la cosa en aquel momento no llegó a más porque Pasqualone no iba armado, pero en aquella tarde-noche de julio a Caravaggio se le debió subir la sangre a la cabeza, y pensó que si bien no podría batirse con el notario-funcionario, sí que podría meterle una buena hostia, pero lo hizo por la espalda y embozado en una capa. Cosa muy poco elegante, por cierto.
        Otros autores como Robb por ejemplo, tienen otra explicación sobre Lena, plausible, y muy interesante, pero que no me la creo.
        El asunto es que yo pienso que si Baglione que estaba en ese momento en Roma, y que odiaba a Caravaggio, (y era odiado por él), hubiera tenido la oportunidad de desacreditar a Caravaggio en su biografía diciendo que la Virgen del cuadro “La muerte de la Virgen” era una prostituta, lo hubiera hecho, y no lo hizo. Para ser honesto se debe decir que Mancini sí que lo dice, pero es posible que se equivocase, porque Caravaggio no era tonto, y sabía que no podía poner a una prostituta como la Virgen en cuadros para iglesia, no una sino tres veces!
        Por otra parte, si el funcionario-notario Pasqualone pretendía a esa mujer, no es lógico pensar que alguien de su posición estuviera pretendiendo a una prostituta, y además hablará con la madre de ella. ¿Les parece lógico pensar que un Señor  de buena posición de  primeros del S XVII hablase con la mamá de una puta para desacreditar a su “pareja” y ganar puntos para casarse con ella? Eso no parece lógico, salvo en el detalle fundamental de que la hija de esa mamá no era una puta.
        El asunto del notario-funcionario Pasqualone terminó con un acuerdo con contrato escrito, a modo de acto de conciliación, negociado seguro por mediadores de Caravaggio. Por ese contrato  Pasqualone reconocía que había insultado a Caravaggio; Caravaggio reconocía que había golpeado a Pasqualone, y le pedía perdón; además reconocía que Pasqualone si hubiera tenido oportunidad y con una espada se hubiera defendido con firmeza frente a Caravaggio (cuestiones de salvaguarda del honor). Tras esto, Caravaggio pudo volver a Roma desde Genova el 26 de agosto….y nada más llegar se metió en otro lío. Pero lo dejamos aquí.
        Todo esto siempre dicho y sujeto a constante revisión. No olvidemos que son cosas que ocurrieron hace más de cuatrocientos años y nadie tiene la verdad absoluta.
        Volvamos al cuadro y recapitulemos. El cuadro con la Virgen yaciente es la imagen de Lena, una mujer con la que Caravaggio muy probablemente tuvo una relación personal que no pudo fraguar por el volcánico carácter de Caravaggio. No obstante, Lena yo creo que no era una prostituta.
        ¿Por qué entonces el cuadro fue rechazado? Porque atentaba contra el decoro. Es decir no era ideológicamente asumible para una iglesia, desde el punto de vista de aquellos católicos de la contrarreforma, determinadas proposiciones que hace el cuadro. Ese telón del que ya he hablado y que ocupa medio cuadro, no ensalza la gloria, nos lleva a una estancia un tanto lóbrega, nos lleva a un naturalismo incipiente, que no se comprendía en aquel momento; esos apóstoles llorosos; esa Virgen con belleza, pero con palidez mortecina; esa Virgen con el brazo izquierdo extendido que recuerda vagamente la crucifixión, y ese vientre hinchado –que a mi la primera vez que vi la lámina me pareció que estaba embarazada (¡!) ¿tendrá eso un mensaje oculto? Es lo que me parece más extraño del cuadro; esos pies descubiertos en penumbra, eso no podía ser del gusto de los padres que iban a ser depositarios del cuadro y que debían guardarle veneración.
        Esto lo comprenderemos mejor si avanzamos un poco en los acontecimientos. El cuadro fue rechazado, como digo, y se le hizo el mismo encargo a otro pintor de Roma, que era caravaggista hasta la médula. Este pintor era Carlo Saraceni, (para mayor información sobre Carlo Saraceni véase la entrada de fecha 28-Febrero-2011).
        Saraceni pintó un cuadro diferente a Caravaggio, con una Virgen en el centro rodeada de apóstoles, ¡pero no en la cama sino sentada!, ¡y ni siquiera está muerta!, está viva, con las manos en oración y mirando hacia arriba. El fondo es de un templo bastante oscuro. Seguramente fue este fondo el que no debió tampoco gustar, porque el cuadro de Saraceni también fue rechazado. Pero al menos le dieron otra oportunidad.
        Y ahora sí, miren la diferencia en el segundo intento de Saraceni:

Aquí ya vemos nubes, y celestiales angelitos tocando instrumentos. Este cuadro sí que fue aceptado.
¿Ven como en el fondo no era un problema de prostitutas?
¿Qué pasó en definitiva con ese cuadro hasta llegar al Louvre?
Pues que tras su rechazo se corrió la voz de que era un cuadro excelente, y pese a que estaba bajo llave, y que ya Caravaggio se había fugado tras la muerte de Ranuccio Tomassoni (ver la entrada de 28 Enero 2.011), se expuso durante una semana para que todos los aficionados y pintores de la ciudad lo pudieran ver. El cuadro causó gran impresión por sus innovaciones especialmente entre los entendidos.
        El Sr. Cherubini quiso recuperar todo su dinero. El cuadro salió a la venta. Mancini, cosa curiosa, quiso hacerse con el cuadro, y al parecer tenía apalabrada la compra, pero Rubens que estaba al quite, que de esto entendía, y que tenía amigos con mucho más dinero, se llevó en definitiva el cuadro para propiedad de Vincenzo I Gonzaga, después, tras muchas vicisitudes, compras y ventas, llegó a la colección del Rey Luis XIV de Francia, estuvo en Versalles, y tras la Revolución francesa al Louvre.
 
Aquí el autor de estas líneas que modestamente comparto con Vds. con el cuadro que nos ocupa en el día de hoy.

        La visión detenida en directo del cuadro me produjo una sensación de turbiedad mayor que al ver las láminas. Es como si estuviéramos en esa estancia en una especie de sueño. Siempre la iluminación del cuadro y la que nos rodea, es muy importante cuando vemos un cuadro. Me impactó la cara pálida de la Virgen, ciertamente muy pálida, más de lo que imaginaba.
        Por todas sus innovaciones formales, por su naturalismo que paradójicamente nos lleva a visiones oníricas, por su atrevimiento temático, que le llevaba incluso a conflictos y problemas de todo tipo, por todos los misterios en torno a su figura, y por la interminable controversia en torno a su personaje, hacen que Caravaggio sea para mí el pintor más interesante de la historia, sin que eso, por supuesto,  desmerezca a ningún otro.
        En conclusión hay base sólida para pensar en una heterosexualidad de Caravaggio.
Hasta pronto. José Luis Cestero (nobiliano@gmail.com)