sábado, 15 de octubre de 2011

CARAVAGGIO, FLORENCIA Y QUEJAS













Al departamento de quejas le ha llegado las siguientes: “Es que esos cuadros de los que hablas, son tan oscuros…” Redundando en lo anterior, y acentuándolo en forma muy caravaggesca, otro me dijo: “es que son tétricos”. Tétricos sí, fantástica palabra que me encantó para añadir a nuestro vocabulario selecto. Lo tétrico es lo sombrío, lo triste, lo relacionado con la muerte. Y como me ha gustado esto de las palabras, yo también añadiré dos más que empieza por la letra “l” como son “lóbregos” y “lúgubres”. Así diremos que un cuadro es lúgubre si es muy triste o sombrío, lo mismo que si es un cuadro lóbrego es porque  es oscuro, sombrío, triste o melancólico.
       Otro comentario más; me han dicho: “Esos cuadros pueden que tengan mucho mérito, pero yo no los pondría en el salón de mi casa…” Cierto. Se admiten todas las quejas y sugerencias, pero sólo hasta cierto punto. Mire señora, muchos de los cuadros que aquí se muestran no fueron hechos para un comedor o un salón, fueron hechos para iglesias, capillas y conventos, otros sí, pero en todo caso si yo tuviera un cuadro auténtico de un caravaggista lo llevaría corriendo a un museo para que todo el mundo lo pudiera admirar. Si quedara en el ámbito de un salón sería un acto de puro egoísmo, que le restaría valor al autor y al propio cuadro.
       Por otra parte, si usted tiene un mueble de madera oscura, de vengué por ejemplo, y le pone esa pequeña reproducción del David de Miguelangel que compró en su visita a Florencia, usted está haciendo, aunque no lo sepa, claroscuro. Es básicamente la misma idea que utilizaban los caravaggistas, y otros anteriores a él. Porque Caravaggio no inventó el claroscuro, lo llevó a su mejor nivel artístico en pintura y luego lo culminaron sus seguidores. La luz se abre paso entre las sombras, por eso muchos cuadros son oscuros, la luz existe y es capital, es curiosamente la protagonista; pero las sombras siempre han de estar presentes, porque un cuadro pleno de luz sería tan inexpresivo como un cuadro totalmente negro de sombra. En ese sentido el pintor caravaggista es un aventurero entre la luz y la sombra.
       Lo decisivo no es si hay mucha sombra o luz, lo decisivo es si le llega a usted el cuadro, si de alguna manera le conmueve. A mi me gusta Ribera “el españoleto” y me gusta Joaquín Sorolla, por decir dos pintores valencianos. ¿Han visto de Sorolla los cuadros titulados “Aún dicen que el pescado es caro” de 1.894 y “Triste herencia” de 1.899? Son bastante lóbregos en mi opinión, y sin embargo Sorolla es el pintor por antonomasia de la luz mediterránea. Cuidado con los clichés.

Sorolla: "Aún dicen que el pescado es caro".


Sorolla: "Triste herencia".
       Recientemente he estado en Florencia. He visto el museo de los Uffici, que por razones que no vienen al caso no había podido ver antes. Allí hay cuadros de caravaggistas importantes, sin embargo las condiciones en que están, dejan bastante que desear. Yo también me quiero quejar un poco. Hay normalmente cuatro obras de Caravaggio de las que sólo estaban dos: Cabeza de Medusa, y Baco. Ambos son de la primera etapa de obras encontradas del genio, pintadas con una diferencia de un año aproximadamente. Un poco más antiguo el Baco. Estaba en una pared fría y con una iluminación cercana a horrible.
Este regordete, simpático, y relajado Baco, que nos mira con la mirada un tanto lánguida y perdida, no es otro que Mario Minniti. Amigo íntimo de Caravaggio[1].Los rostros de esa primera época de Caravaggio reflejan una expresión de la belleza refinada en un sentido ambiguo desde el punto de vista sexual[2]. Probablemente el cuadro fue encargado por el Cardenal del Monte a Caravaggio para ser regalado al Duque de Medici. Un cuadro olvidado, que fue “descubierto” en 1.913. Si uno tiene la suerte de poder observarlo bien, observará una figura de tres cuartos reclinada, con muy buena anatomía, y con complementos de hojas de parra y frutas que era, en la época del cuadro, una especialidad de Caravaggio, y más aún la fruta en proceso de putrefacción, cosa que le divertía bastante. Un detalle curioso es el lazo negro que en la mano derecha lleva el Baco, así como las pequeñísimas burbujas que deja ver el cristal maravillosamente pintado de la jarra[3], pues momentos antes Baco acaba de escanciar una copa de buen vino y nos la ofrece con la mano izquierda amigablemente. Para que luego digan que Caravaggio era antipático…
Esta es la “Cabeza de Medusa”, no es que el cuadro sea ovalado es que la tela está montada en un escudo (¡!). El escudo es convexo, (prominente por el centro), y sin embargo en la observación nos parece cóncavo (con depresión en el centro), es una genialidad más de Caravaggio, y un ejercicio pictórico realmente notable. Fue un encargo nuevamente del cardenal Del Monte a Caravaggio para hacer entrega al Duque Fernando I de Medici en Florencia. Al parecer, se trataba de rememorar un cuadro que anteriormente había pintado Leonardo en un escudo, y se trataba de que hiciera gala en la sala de armas del Duque de Medici para acompañar una armadura que recientemente le habían regalado. Era una buena oportunidad que se le ofrecía a Caravaggio para mostrar sus habilidades como pintor, y al Cardenal del Monte para presumir de su protegido. El cuadro recoge un antiquísimo tema mitológico que voy a resumir en pocas palabras: La Medusa, (o también llamada Gorgona), fue convertida de una bella joven en un horrible monstruo por la diosa Atenea, por causa de haber faltado al respeto a las normas de su templo. Así, la convirtió en un monstruo que tenía el pelo lleno de serpientes, y cuando miraba a los mortales, los convertía en piedra. Era muy dañina, por lo que Perseo, el héroe de turno, (eso sí, con ciertas ayudas de los dioses), la mató cortándole la cabeza de un tajo, pero no mirándola directamente, porque se hubiera convertido en piedra, sino haciendo que se reflejara en un pulido escudo, que sirvió de espejo. Tras el suceso, la cabeza la ofreció a Atenea, que la puso en su escudo.
La visión del cuadro es de impacto, y en la época en que se pintó todavía más, porque el significado de la decapitación era más cercano que ahora.[4] El fondo es  verdoso, pero donde están las serpientes que forman el pelo, el fondo es negro, jugando con los reflejos metálicos de la piel de las serpientes. Recoge en mi opinión el instante en que la Medusa horrorizada se da cuenta de que ha sido decapitada por el engaño del escudo-espejo, sin que su poderosa mirada de nada sirva; con una expresión facial de horror, extrañeza, y amenaza que unido a las serpientes que siempre han producido repulsión, hacen de este cuadro-escudo de Caravaggio algo muy especial en su producción. Es muy probable que el pintor ensayara en un espejo como modelo sobre su propia cara desfigurándola y feminizándola, y que lo hiciera con el espejo utilizado en el cuadro de Marta y María Magdalena[5], e igualmente que tomara serpientes auténticas como modelos reales para tan peculiar peinado. Para la proyección a presión de la sangre en el cuello puede verse por su cercanía en el tiempo en cuanto a su realización el cuadro Judit y Holofernes.[6]
EL asunto mitológico de la Medusa ha sido tratado tanto en escultura como en pintura, destacando un cuadro de Rubens también muy horrendo que se encuentra en Viena, pero que pese a tener más serpientes y más sangre, no tiene el “momentum” que hace del cuadro de Caravaggio una obra maestra.
A sólo unos pasos de donde estaba viendo en vivo el cuadro de Medusa, (museo Uffici), se puede gozar en la plaza de la Signoria de Florencia, de la famosa escultura de Benvenuto Cellini, al héroe Perseo, mostrando como trofeo la cabeza cortada de Medusa. Sin duda un completo recorrido turístico por la decapitación.
Hago mención de estos dos cuadros de Caravaggio porque como puede apreciarse no son tan oscuros.
Sí que es cierto que con Caravaggio, y en la época que él vivió en Roma, se pone  al rojo vivo una discusión entre dos tendencias de la pintura que fue real, tan real que incluso dio lugar a enfrentamientos personales.
Los principales pintores protagonistas: (en aquel momento en Roma, principios del S. XVII), el pintor con más prestigio era Federico Zuccaro (o Zuccari), que había trabajado en España para el Rey, pero su carrera estaba tocando a su fin; el que más contactos y trabajo tenía era Giuseppe Cesari, conocido como el Caballero D’Arpino, y para el que Caravaggio trabajó por un tiempo como ayudante, y que fue el mismo que no ayudó a Caravaggio  cuando estuvo gravemente enfermo en un hospital para pobres, (esta falta de humanidad por parte de Cesari produjo una enemistad para siempre con Caravaggio). Cuando Caravaggio se repuso ya no volvió a su taller. El tercero, y el mejor reputado en la historia del arte era  Annibale Carraci[7], quizá esto el público no lo sabía entonces, pero los pintores sí. Annibale Carraci y Caravaggio se tuvieron cierto respeto y admiración, (sin exagerar), y tuvieron en común que no podían tragar ni al Caballero D’Arpino, ni a Guido Reni[8]. Por otra parte estaba G. Baglione, del que hemos hablado bastante en este blog, y al que casi nadie apreciaba, ni siquiera como pintor, aunque tuviera buenos contactos con el poder.
Ustedes pueden encontrar en los libros de historia del arte, clasificaciones y subclasificaciones, que no valen para gran cosa. Yo trataré de explicar brevemente el núcleo del problema que se debatía en ese momento entre los pintores.
Los aficionados y profesionales decían que Fulano pintaba a la “maniera” de Mengano, o que Fulano tenía una bella “maniera”. Esta palabra “maniera” se traduciría por estilo, o apurando un poco más, por técnica particular y propia de un pintor; en este sentido, Carracci tenía su “maniera” y Caravaggio su propia “maniera”[9].
Muchos pintores jóvenes llegados a Roma en esa época, soñaban secretamente con pintar como Rafael. Eso ya nos da una idea de las dos columnas en que se sustentaba el quehacer de los pintores: el dibujo y una belleza irreal, divina, pero irreal. Santos sin arrugas ni fealdad, con cara angelical y pose de buenísimos, vírgenes perfectas e idealizadas, escenas mitológicas rocambolescas y divinas hasta la apoteosis; y en eso que llega Caravaggio con su “maniera” y empieza a pintar “alla prima” (sin complicados ensayos de dibujos previos). E imponiendo frente al dibujo, el “colore”, esto es, un acercamiento decidido a la naturaleza, a lo que ve, tal como lo ve,con sus colores, con arrugas, con suciedad, desprovisto de idealización, pero con un efecto sobre el ánimo como no se había visto en mucho tiempo. El vehículo para ese dramatismo es el contraste que crea con el claro-oscuro, de una luz muchas veces artificial y focal, en un ámbito cerrado de su estudio. Además de otras sutiles innovaciones iconográficas, que vamos desentrañando cuando comentamos los cuadros ¿Y qué ocurre? Que muchos pintores que pretendían pintar como Rafael, se dan cuenta de que lo que quieren en realidad es pintar como Caravaggio, a su “maniera”. Otros pintores distintos y consagrados esto lo veían como una falta de respeto y profesionalidad, incluso una especie de traición, y abogaban por continuar estudiando “dibujo”. Pero los hechos eran tozudos, porque muchos encargos tanto públicos como privados, demandaban el estilo caravaggista. Era lo moderno. La lucha artística estaba planteada. Ellos no lo habían teorizado todavía, ni falta que les hacía, pero del manierismo los tiempos estaban pasando al primer barroco-naturalismo.

En esta foto de la Capilla Contarelli de Santa María del Popolo de Roma, podeis ver a simple vista la diferencia de estilos. A la izquierda el cuadro de Caravaggio "La crucifixión de S.Pedro", a la derecha "La Asunción de la Virgen" de Annibale Carraci. No hace falta mucho comentario.
Las vírgenes podían ser mujeres conocidas, estar hinchadas, y con palidez mortecina[10], los santos mostrar las piernas cruzadas y llevar mugre en las uñas de los pies. Claro, la ortodoxia católica dijo en más de una ocasión “hasta aquí hemos llegado”, y salió el asunto de la falta de decoro. Por eso fueron rechazados bastantes cuadros de Caravaggio,… más de los que pudo soportar.
Esta lucha artística, no fue sólo conceptual, tenía un trasfondo económico, y se llegó a los insultos, a los juzgados, incluso a las manos.
Un ejemplo relatado por Baglione, estando él presente nos cuenta que Zuccaro, fue invitado a contemplar el cuadro “la Vocación de San Mateo”[11], que había sido expuesto poco tiempo antes en la Iglesia de San Luis de los Franceses, y que había producido un gran acontecimiento. El tal Zuccaro dijo ¿A qué viene todo este revuelo? Yo no veo más que ideas de Giorgione … aquí donde Cristo lo llama al apostolado…y siguió burlándose y se mostró extrañado ante tanto alboroto, y se marchó.
Lo primero que me vino a la cabeza cuando leí ésto, es que ese Zuccaro era un imbecil, y es una prueba más para mí, de que al margen de la muy difícil personalidad de Caravaggio, siempre que pudieron, algunos lo humillaron públicamente. Si llega a estar presente en ese momento Caravaggio, yo apostaría a que le cruza la cara al tal Zuccaro.
Fíjense en lo que decía de Caravaggio un señor llamado Van Mander, pintor y crítico en esos años: “en lo que se refiere a su estilo, éste es tal que gusta mucho y es una maniera maravillosamente apta para ser secundada por los pintores jóvenes.” ¿Concuerda con lo que les estoy diciendo? Muchos jóvenes le secundaron a Caravaggio en estas ideas, y aportaron las suyas propias, dando lugar a maravillosas e impagables obras de arte.
Por último, quiero referirme también en esta ocasión, a la queja de que los cuadros son de temática religiosa católica, lo cual a muchas personas les resulta cargante. Cierto es que muchas de ellas lo son. A mí, al principio, tantos santos, vírgenes, ángeles, etc, también me abrumaba, pero ahora los veo desde una perspectiva estética, intentando desligarlos de la carga ideológica o religiosa que conllevan, y vale la pena, creo,  no rechazar su visión por el tópico de la religiosidad, si el tema religioso en sí, no les interesa. Es mi opinión, porque se pueden perder el disfrutar de un arte irrepetible en la historia. Por otro lado, tengo que decir que las obras también son de otros temas no religiosos. Hoy por ejemplo, hemos comentado dos cuadros que son de tema mitológico, no religioso.
Atendidas las quejas más comunes, les emplazo para mi siguiente entrada en el blog. Un saludo.
José Luis Cestero (nobiliano@gmail.com)


[1] Puede verse sobre este personaje las entradas de 10-12-2010 y 8-1-2011.
[2] Véase la entrada de fecha 14-7-2011 sobre estos aspectos.
[3] Se dice que en el vino de la jarra existe un autorretrato oculto del pintor. Yo no he podido verlo in situ en el museo por sus deficiencias, pero en una fotografía ampliada y con lupa sí que parece haber algo, o es simplemente una casualidad. En otra ocasión intentaré comprobarlo.
[4] Véase la entrada de 29-12-2010 sobre cabezas cortadas.
[5] Véase la entrada de 3-4-2011 donde aparece el espejo.
[6] Véase la entrada de 29-12-2010 o de 24-8-2011 donde está ese cuadro.
[7] No confundir con su hermano Agostino Carraci, con el que se enemistó, ni con su primo Ludovico Carraci, todos buenos pintores.
[8] Reni, que llegó después a Roma, provenía de Bolonia, y había estudiado en el taller de los Carraci, que eran originarios de allí, antes de que se trasladaran a Roma. No obstante  ser alumno de Carraci, no tenían buena relación.
[9] Esto no coincide exactamente con lo que quizá hayan oído o leído del llamado “manierismo”. Es manierismo es un estilo artístico general del S. XVI en que se busca una belleza formal, pero no imitando la naturaleza de forma fotográfica, sino mediante una concepción artificial, tanto de las figuras como de los colores elegidos, a la manera de los antiguos maestros. Posteriormente el concepto manierismo, se empleó de forma peyorativa, quizá por emplearse en muchos casos de forma desmesurada y fría, convirtiéndose en una técnica desprovista de alma, pero efectista.
[10] Ver por ejemplo la entrada en el blog de 3-7-2011 donde doy mis impresiones sobre el cuadro “La muerte de la Virgen”
[11] Ver las entradas de 1 y 3-12-2010 para este cuadro.