martes, 2 de diciembre de 2014

CARAVAGGISMO:  VELAS, CANDILES, ANTORCHAS, Y TIZONES,  (parte I)
Caravaggistas: Hendrik Van Honhorst
Una de las causas fundamentales por las que nos gustan los cuadros de Caravaggio y pintores que tienen en él su influencia, es el tratamiento intransigente de la luz.
La luz de la que hablamos es siempre parcial, generalmente intensa, fuertemente amenazada por lo nebuloso o directamente por lo obscuro, se crea así el claroscuro; la eterna lucha.
Viendo otra vez en Dublín el impresionante cuadro de Caravaggio: “El Prendimiento” (puede verse también en este blog la entrada de fecha 18-Febrero-2.012, donde se encuentra más ampliamente comentado)
…reparé una vez más en el candil que alumbra la escena y que asimismo ilumina el autorretrato de Caravaggio arriba a la derecha del cuadro. El efecto lumínico del fuego en la pintura tuvo una gran trascendencia en estos años y en años posteriores como veremos.
No obstante, antes de Caravaggio  el efecto al que aludimos ya se conocía, por lo tanto, Caravaggio no fue su inventor. Les ofrezco un ejemplo de un cuadro anterior al Prendimiento.

¿Saben quién pintó este cuadro? El Greco. ¿Curioso no? El Greco notable pintor que está de plena actualidad. El lienzo se titula “El soplón” año 1.572. y se encuentra en el Museo de Capodimonte en Nápoles. Veamos otro:

Igualmente de El Greco. Este alucinante cuadro titulado “Fábula”, con mono incluido, que es sólo parte de un cuadro mayor cuyo resto está perdido, se encuentra en el Museo del Prado de Madrid ¿No les parece como muy moderno si tenemos en cuenta que se pintó en 1.580? 
Casi todos los cuadros de Caravaggio reflejan interiores, y hemos comentado alguna vez  en este blog, que tenía especial predilección por el efecto lumínico de foco, el cual se producía al penetrar la luz en un agujero efectuado en el techo de las casas que alquilaba (con el consiguiente enfado del propietario como sabemos ciertamente). Sin embargo, hay un cuadro de Caravaggio muy interesante y complejo llamado “Las siete obras de misericordia” y que ustedes pueden encontrar en Nápoles.

Este cuadro, ejemplo de síntesis temática, donde aparece un eclesiástico en la esquina de una calle con una antorcha o tea, es el segundo caso donde Caravaggio muestra de forma explícita, el fuego como fuente de luz para el cuadro. Se trata de una calle, pero la escena es tan densa, que más bien parece un interior; asimismo, la escena alumbrada por la antorcha va a producir los claros y los obscuros, y es bastante convincente; aunque seguramente no se haya dado cuenta de que, resulta difícilmente explicable cómo es posible, que el joven del sombrero, por poner un ejemplo, esté iluminado por delante cuando la antorcha está detrás. Eso no es un problema para Caravaggio, pues él crea el sentimiento de luz para todo el cuadro. El genial pintor no es, -no fue-, un técnico en luminotecnia, ni tiene que mostrar un discurso lógico, solamente intenta impregnar su mensaje en el piadoso espectador del cuadro, que es para lo que se hizo, y para donde se puso, la Iglesia del Pio Monte della Misericordia.
La luz producida por el fuego da mucho juego al pintor. Se intensifican las expresiones, y por tanto las emociones de los rostros. Por el contrario, si el rostro está demasiado cerca la luz, deviene excesiva y aplana la superficie, es como si se “quemara”. Los colores en general tienden a ser cálidos, y puede haber, por otra parte, reflejos sorprendentes. Las figuras ganan en tridimensionalidad, pues el contraste entre la luz y la obscuridad se exacerba. Juzguen ustedes mismos si este cuadro que sigue podría corroborarlo:

Este cuadro de más de dos metros de ancho fue realizado por el caravaggista Gerard (o Gerrit) Van Honthorst, o si lo prefieren y mucho más fácil de pronunciar, Gerardo de la Noche, -Gherardo delle Notti, dicen los italianos- que es como se le conocía. Nos recuerda la época en que Caravaggio pintaba las obras la Buenaventura o Los Tahúres. El cuadro que se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia, refleja una cena y fiesta nocturna que se aleja de temáticas estrictamente religiosas para adquirir un tono desenfadado, y esto podía ser muy atrevido en su momento, no obstante, igual podía tener una intencionalidad profunda, quizá moralizante, a través de la muestra de elementos muy frívolos para la época: el laúd, risas, vino, damas de compañía y la inclusión de una vieja alcahueta bastante mellada, parece querer decir “mirad los excesos, mirad el pecado que acontece por la noche”. Sea así o no, en cualquier caso, el cuadro es impresionante y está iluminado con dos velas: una escondida tras el caballero que ríe y que queda a contraluz; y la vela del lado derecho del hombre con grandes tragaderas. Deténgase por favor en la expresión de los rostros, o por ejemplo, en los reflejos de las copas, hay muchos otros detalles que les pueden interesar, incluso sorprender. ¿Les gusta?

La herencia del efecto lumínico se traslada bastante tiempo después de Caravaggio (recordemos que falleció en el año 1.610). Un par de ejemplos de cuadros muy conocidos:


El siempre sorprendente y un tanto sádico cuadro de Joseph Wright de Derby “Experimento con un pájaro en una máquina neumática”, que está en la National Gallery de Londres fechado en 1.768.

O este trágico cuadro de Goya del año 1814. Los fusilamientos del 3 de Mayo . Museo del Prado por supuesto….Observen el gran farol que alumbra la escena de la masacre en la noche, cuya luz se refleja sobretodo en la camisa blanca del fusilado con los brazos arriba.

 Por cierto, al mirar el cuadro mucha gente no repara en semejante pedazo de farol a los pies de los fusileros, produciéndose un curioso caso de “punto ciego”, en este caso…punto ciego de luz.
Y ya que me he metido en una pequeña evolución del tema de la luz de la vela en la pintura, no me resisto a proponerles este cuadro de Viktor Madarasz de 1.859 titulado, "El luto por Laszlo Hunyadi", en el Museo Nacional de Budapest, donde dos velas iluminan un espacio más amplio en una escena luctuosa, sirviendo el mantel de altar, pero sobretodo la mortaja y la manga de la mujer como reflectores de la luz de las velas.

Si prefieren una interpretación de pintura algo más moderna también es posible este ejemplo de Istvan Csok de 1.891 en el Museo Nacional de Budapest –por cierto, aviso para viajantes: muy buenos cuadros tanto en el Museo de Bellas Artes de Budapest, como en el Museo Nacional de Budapest-.

 Se trata de “Las huérfanas” en el que podemos ver que la ventana, que ya casi no aporta luz, sumado al candil, crea una atmósfera obscura, gris y azulada que transmite tristeza por la ausencia. El candil en este caso no aporta la sensación de calidez, o al menos no mucha.

Pero volviendo a los autores caravaggistas que preferentemente nos ocupan, les propongo detenernos, y ya que lo hemos mencionado, en el pintor Gerardo de la Noche ( Gerard Van Honthorst).

En este cuadro “El retorno” tan parecido a la “Cena con laudista" que está en la alta Pinacoteca de Munich, destacamos la interposición entre la copa del relajado bebedor, y la luz de la candela, y sin que falte, cómo no, en la escena, la abuela mellada.
Honthorst nació en Utrecht (1.590), y con pocas variaciones siguió el mismo trayecto artístico y vital que otros pintores de los países bajos que se acercaron al caravaggismo, esto es: joven talentoso que va a Roma a formarse como pintor teniendo como referentes a Miguel Ángel, Rafael, Julio Romano, Zuccaro o Carraci, etc. pero se encuentra con pinturas de Caravaggio, se queda impresionado, e intenta seguir un camino iniciado por el Merisi, dando su sello personal. Digámoslo todo, también, eran formulas pictóricas que todavía daban dinero. Porque si se pintaba así era porque gustaba y se pagaba.   Esos jóvenes estaban más o menos tiempo en Roma, y generalmente volvían a sus lugares de origen o viajan a otras ciudades en busca de su suerte.

Esta reunión musical que se encuentra en Galería Nacional de Dublín debió pintarse en la misma época (1.617-1.620), que la Cena con Laudista que hemos visto. En este caso, la vela ilumina el libro de canciones y a los cantantes, de paso nos ofrece una imagen muy sentida del tañedor del laúd. ¿Recuerdan los  lectores fijos de este blog la obra/s de Caravaggio “El tañedor del laúd”?

Gerardo de la Noche fue un especialista en luz de candela, pero pintó durante su carrera muchas otras cosas, su obra es bastante amplia: retratos, escenas religiosas del nuevo y antiguo testamento, mitologías, cuadros de músicos, etc. pero en esta ocasión nos centramos en luz de candela; y entre esos cuadros ,que yo haya visto, les propongo éste:

Del Museo Hermitage de San Petersburgo, donde el joven Cristo alumbra en su trabajo de carpintero a San José, Observen que éste tiene la corona o aureola con la que se solía pintar a los santos. Reparen en la expresión alumbrada de bondad del jovencito Jesús.

Esta Coronación de Espinas de Gerardo de la Noche del Rijksmuseum de Amsterdam ilumina el rostro de dolor de Jesucristo en contraste con las expresiones de burla de los esbirros que le rodean, logrando un mensaje muy claro y eficaz. Por cierto, atención al fulano que está soplando en un cuerno al oído; me parece un elemento bastante original.

El Dentista en Berlin Gemaldegalerie. Bonito contraluz en la mano.
Bastantes cuadros más con este efecto lumínico pintó Gerardo de la Noche, excelentes muchos de ellos, pero estos ejemplos son los que les ofrezco, para que si van por los museos reparen y disfruten de este estilo que es en definitiva de lo que se trata.
Gerardo de la Noche estuvo en Roma unos cuatro o cinco años, después siguió su carrera retornando a Holanda, y falleció en Utrecht en 1.656.
Continuará.
Saludos. José Luis Cestero (caravaggismo@gmail.com)