domingo, 18 de diciembre de 2011

CARAVAGGIO: SU CARÁCTER, SU PERSONALIDAD (PARTE I)



Recuerdo vivamente lo impresionado que quedé cuando contemplé por vez primera en un libro de arte este cuadro:


 

Quedé impactado por la figura del sicario con la espada en la mano. Su imagen desnuda y terrible, con ese rostro de ejecutor sin piedad. La primera impresión captada por el cerebro cuando vemos una imagen es muy importante porque nos hace reaccionar de una forma emotiva, después ya vamos analizando lo que vemos, y empieza el proceso de  racionalización.
Yo te voy a explicar cosas sobre este cuadro, pero si era la primera vez que lo veías, me gustaría que intentases recordar qué es lo que has sentido, no lo que has pensado, insisto, lo que has sentido.
A mí el tipo de la espada musculoso, y casi desnudo, me inspiró temor, miedo, máxime si cuando en la misma primera fracción de segundo percibimos que todos los que le rodean se apartan porque también tienen miedo. El instinto de conservación prima ante todo, igual ocurre en una pelea de verdad, en principio los que la rodean también se apartan de forma instintiva. La sola presencia del sicario fue suficiente, pero en el mismo segundo de la primera visión del cuadro, observamos que las acciones del sicario se dirigen contra un hombre mayor que ya en el suelo trata de parar, y no podrá evitarlo, la acometida de ese poderoso esbirro, y ese instante acaba (es decir, acabó en mi), con una sensación de piedad ante la injusticia que se está cometiendo. Todo esto dura uno o dos segundos, no más. Se trata del impresionante cuadro de Caravaggio “El Martirio de San Mateo”.
         Este cuadro está en Roma, en la Iglesia de San Luis de los Franceses, y es uno de la serie que pintó Caravaggio.[1] El cuadro es bastante grande porque está cerca de los tres metros y medio de ancho. El cuadro fue pintado entre el año 1.599 y 1.600, previo contrato en que se detallaba qué debería contener la escena,  a lo que Caravaggio respondió al final satisfactoriamente. Cierto que radiografías han demostrado que hubo dos o tres intentos –no todos los autores se ponen de acuerdo en esto-, de composición de la escena bastante distintos a la solución final, pero eso no me interesa mucho sacarlo aquí a colación. Como tampoco tiene mucha importancia el hecho de que Caravaggio probablemente se pudo, en una pequeña parte, inspirar, en otro cuadro de otra Iglesia romana (Santa María in Aracoeli), pintado unos diez años antes por Girolamo Muziano. Entre un cuadro y otro hay años luz de diferencia.
El cuadro representa el martirio de San Mateo por parte de su verdugo, cuya muerte había sido ordenada por el rey Hirtaco de Etiopía, porque, éste enamorado de la bella Ifigenia, comprobó que la mujer se había convertido al cristianismo por la influencia de Mateo, y que había hecho voto de castidad, y esta elección no le gustó nada, pero que nada, al rey Hirtaco. Todo esto son datos; interesantes en mayor o menor medida para los que nos dedicamos a estas cosas por afición o profesionalmente. Pero son sólo eso, datos. Lo importante es el cuadro; así que volvamos a él.
Tras la importantísima primera impresión observamos el cuadro de una manera más intelectual, digamos más racional. El cuadro complejísimo, tiene trece figuras, y cuando uno lo ve en la Iglesia donde se expone se queda impresionado, por la cantidad y la calidad de lo que ve, tal y como pretendía Caravaggio. La figura del esbirro de tamaño natural es el centro del cuadro, es el gran protagonista del cuadro. No es San Mateo en mi opinión.  Un gran acierto temático pues lo que se narra es el martirio. La escena se desarrolla durante una actuación litúrgica, de ahí que Mateo esté vestido de esa guisa; hay escalones, y en la oscuridad a la izquierda se intuyen unas columnas de un templo o casa patricia; una pila bautismal para inmersión, de ahí que haya unos hombres casi desnudos en primer término, son los que iban a ser bautizados; al fondo un altar con una cruz de Malta[2]. Detrás de la cabeza del sicario se observa una vela, pero la misma no es la que produce la luz en el cuadro ¿De dónde viene la luz? De ningún sitio en concreto, no podemos ver la o las fuentes de luz, sí que es cierto que el ángel que aparece por encima de las nubes formadas por su presencia sobrenatural, parecen abrir un foco de luz celeste, pero eso no explica toda la iluminación; la iluminación es inespecífica, divina.
Otro elemento que merece una mención aparte y que a mi me gusta mucho es la subversión del tiempo. Tal como ocurría en el cuadro “la vocación de San Mateo”. Se funden personajes vestidos de distintas épocas. Lo romano, y los vestidos a la moda de principios del siglo XVII aparecen en el cuadro. Eso ya se había podido observar en otros pintores como por ejemplo El Veronés (otro de mis preferidos)[3]. El gorro de plumas del personaje de arriba a la izquierda[4] o la espada del esbirro que es la misma que lleva el personaje que está sentado de espaldas en “La vocación  de San Mateo” y que nada tiene que ver con una espada romana. Así Caravaggio lograba inmiscuir al observador del cuadro en unos hechos que aunque sucedidos muchos siglos antes podrían suceder otra vez, de darse las mismas circunstancias en el ahora, además, todo hay que decirlo, se supone que es más fácil pintar del natural encontrando a alguien con ropa a la moda de la época, que disfrazarlo con ropa de la antigüedad.
Algunas figuras en el cuadro requieren una mención. El ángel que aparece por encima de las nubes que él mismo crea, está entregando una ramita de palma al Santo que simboliza la importancia del martirio y la conexión divina, de alguna manera este personaje le da al cuadro un verismo religioso que si faltara en el cuadro podría pensarse que se trata de una escena de vulgar asesinato. El verdugo y el santo se miran directamente, el verdugo con toda su saña, y el Santo pone la mano tratando de parar un golpe de espada que no podrá parar.
Un jovencito detrás del santo huye despavorido gritando en uno de los precedentes más interesantes que recuerdo, al famoso cuadro “El grito” del  pintor Edvard Munch que está en Oslo. Unos personajes casi desnudos están en posiciones tensas en la zona más próxima del cuadro. Se ha dicho que serían “figuras en alquiler”, o figuras puestas para llenar espacios pictóricos vacíos; yo eso lo tomo con reparos porque los que van a ser bautizados, (neófitos), son necesarios en la escena, en cualquier caso nos sirven para admirar la textura lograda por Caravaggio de los músculos y de la piel humana con el claroscuro.
Otros personajes a la izquierda están aterrados, algunos ya de espaldas huyendo, otro con los brazos y las manos abiertas (manos siempre difíciles de pintar), parece suplicar en última instancia que el verdugo se detenga, pero no se detendrá.

He dejado deliberadamente la mención al hombre que en la parte superior izquierda mira la escena con la cabeza inclinada. El cuadro no lleva firma, pero ese que mira es… Caravaggio. Entonces tenía cerca de treinta años, una edad adulta y respetable para la época. Se inserta en la historia del cuadro como un neófito que casi desnudo, y huyendo precipitadamente, se gira y observa el ataque despiadado al Santo. Hecho al espejo ya con la experiencia de otros cuadros precedentes, como el del Baco enfermo[5], o el cuadro “Los Músicos”[6], donde Caravaggio también se autorretrata. Se le ve con pelo largo moreno, despeinado, barba y bigote, ojos lógicamente oscuros y la frente fruncida. Mira con tristeza lo que está sucediendo, pero al mismo tiempo con cobardía e impotencia, está huyendo, y transmite como una sensación de responsabilidad por su (nuestra) pasividad ante los acontecimientos, que acrecienta el sentimiento de violencia y piedad que es a donde nos quiere llevar el cuadro. Para mí es el mejor autorretrato en contexto dramático que haya visto nunca.
Era Caravaggio un genio de la pintura ¿Pero cómo era ese hombre?¿Quién era Caravaggio como persona? ¿Qué se oculta tras ese rostro labrado ya con arrugas? No es tan fácil contestar a esto, pero yo lo voy a intentar desde mi punto de vista, con todas las prevenciones que sean menester. Muchos autores se centran en “su obra”, así seguro que no se equivocan.  Otros, incluso biógrafos, dan pinceladas aquí y allá en su personalidad sin dar una visión unificada y de conjunto. Yo me voy a meter en este charco. Antes de empezar dos consideraciones. La primera es que sobre sus posibles tendencias sexuales ya he hemos escrito en este blog.[7] La segunda, es que si ya de por sí los profesionales de la psicología necesitan su tiempo y estudio para el conocimiento de una persona actual, imaginen la dificultad que entraña el aventurarse en describir la personalidad de alguien  que vivió hace más de cuatrocientos años y del que sólo se tiene unos pocos datos y opiniones dispersas y externas al propio personaje que nos ocupa, que no dejó hasta ahora, que sepamos, cartas manuscritas o algo parecido a una autobiografía.
Sí, hay algo intrínsecamente contradictorio y terrible en la vida de Michelangelo Merisi, conocido por el Caravaggio: el convencimiento de que lo eficaz, lo que impone el respeto y la propia voluntad frente a los otros en este mundo pecador, aquí y ahora, es la espada. Como en el cuadro que hemos visto, pero que, al mismo tiempo, esa actitud pecaminosa siente que no debería ser así, no debería ser la guía,  y que la espiritualidad –el ángel con la palma-, y la bondad –el santo que va a ser pasado por las armas-, deberían prevalecer. Esa dicotomía, ese sentimiento ambivalente, opera una y otra vez en la vida de Merisi  hasta su muerte. Los cuadros genialmente pintados eran su expiación propia y ante los demás, los cuadros eran su íntimo acto de contrición. Cuando en sus últimos días Caravaggio trataba de llegar a Roma para obtener definitivamente el perdón del Papa, (símbolo máximo unificado del poder político y del poder espiritual) ¿Qué llevaba? Llevaba Tres Cuadros (con mayúsculas). Cuadros religiosos[8] para entregar, para aplacar, para agradecer o pedir su perdón. Esos cuadros los perdió en dramáticas circunstancias[9]. Primero fue la desesperación, e inmediatamente después la muerte. Eran algo más que unos cuadros. Eran su redención.
         Importa a estos efectos de acercamiento a la personalidad de Caravaggio lo que dejaron escrito las personas que lo conocieron, después la interpretación de sus actuaciones, y por último las referencias directas que de él tuvieron otros que no lo conocieron.
         De sus primeros biógrafos sólo lo conocieron dos, Giovanni Baglione y Giulio Mancini. El primero era pintor bien asentado en la sociedad romana de la época y enemigo de Caravaggio[10], el segundo era médico, también muy bien considerado en Roma, y coleccionista de arte. Es por eso que a sus testimonios debe darse la mayor importancia, especialmente a la de Mancici[11], pero no toda, porque en no pocas ocasiones las opiniones y descripciones están, o parecen estar, un tanto, o bastante mediatizadas, por el subjetivismo de quien las describe.
         La personalidad, podemos convenir, que es el conjunto de rasgos sicológicos que la definen. Las personas no son máquinas y no siempre actúan de la manera que se podría esperar, ni a lo largo del tiempo, durante toda su vida, ni ante circunstancias parecidas. Esto es aconsejable no perderlo de vista cuando hablamos de Caravaggio. Pensar en que actuaba como un autómata u otras atribuciones simplistas nos llevará a conclusiones erradas.
         Poco sabemos de la infancia y adolescencia de Caravaggio. Se desenvolvió entre Milán y la localidad de Caravaggio que eran de dominio del Rey de España en ese momento (¿El Caravaggio español? Dejemos esto porque los italianos se van a enfadar…). La ciudad fue “visitada” por D. Juan de Austria y su séquito. Sabemos que esa infancia y adolescencia estuvo marcada por la enfermedad mortal, pues a su alrededor campaba la peste bubónica –en especial sobre los 5 a 7 años[12]. También sabemos que su padre (Fermo), un tío suyo (Pietro), así como dos abuelos, murieron casi al mismo tiempo por peste cuando él tenía seis años, por lo que la especial ausencia del padre, de alguna manera, se debió dejar sentir en su personalidad como figuras de referencia. La muerte y la tristeza debieron acompañarle en aquellos primeros años. Sabemos  que Caravaggio tenía una hermana – Margarita, de un matrimonio anterior de su padre, que enviudó-, dos hermanos  (Giovan Battista y Giovanni Pietro), y otra hermana, (Caterina).

 El ambiente en la ciudad de Milán era muy difícil y contradictorio. Se había vivido una hambruna muy grande, se vivía una religiosidad extremada de la mano firme de Carlos Borromeo, que después sería reconocido Santo. Al mismo tiempo, la ciudad estaba llena de bandidos y violencias, sin que la autoridad lo pudiera controlar. Todo un panorama desolador. Así creció Michelangelo.
Se piensa que el pequeño Caravaggio fue a la escuela y tuvo una formación sólida y una inteligencia más que aceptable, a posteriori, creo, que por la sutilidad de sus cuadros, denota una cultura alta y ser una persona informada y sensible.
Algunos hitos importantes en este tiempo en su biografía son:
 Que fue internado con 13 años en el taller del  pintor milanés Simone Peterzano, no sin antes firmarse un contrato de aprendizaje por cuatro años, pagando por ello un dinero un tanto elevado por dicha formación profesional. Así que perdería bastante contacto con su familia, sus amigos y vecinos. De lo sucedido en ese taller sólo podemos hacer especulaciones, aunque algunos refieren haber sufrido abusos, sin base documental, pero no sería extraño, pues cosas así se han visto con frecuencia, en internados, colegios, y cuarteles. Aunque también el que podía haber sufrido los “abusos” fuera el propio Peterzano, porque a Michelangelo, otros lo describen como un jovencito de cuidado, presto a protagonizar todo tipo de gamberradas.
Mancini  habla de su “naturaleza vehemente y jovial”[13]. Probablemente porque así se lo habría dicho el propio Caravaggio. Se piensa, y yo también lo pienso, que en aquel tiempo además de aprender a mover pinceles, debió  aprender a esgrimir espadas. Lo llevaba consigo el ambiente.
        

Otro hito importante es la enfermedad y muerte de su madre Lucia, él tenía 18 años. La herencia compartida con sus hermanos de la cual debieron vender bienes, y él, liquidar en dinero, para pagar deudas contraídas probablemente por su madre, que tenía a su cargo tres hijos de su matrimonio y a una hijastra, Margarita, o seguramente deudas de él mismo, o de ambos. Lo cierto es que el dinero lo perdió pronto.
¿Cuál fue el motivo? Esto es muy confuso hasta el momento, porque Mancini anota una serie de palabras inconexas y de casi imposible interpretación hablando de: caballeros, rufianes, prostitutas, asesinato…, que no confesó, o un año de cárcel…Lo que aumenta la leyenda negra de Caravaggio, Pero esto probablemente no se lo dijo a Mancini el Caravaggio en persona, sino alguien cercano a éste, y aquél lo anotó como referencia, quizá para confirmarlo. La posibilidad de que Michelangelo estuviera de alguna manera implicado en un homicidio en Milán, que no confesara sobre el autor principal, que estuviera un año en la cárcel, que tuviera que pagar una fianza  o una deuda, y que tuviera que marcharse de Milán huyendo, no es remota. Es una línea de investigación abierta sobre su biografía. Si bien, yo apostaría también por posibles deudas de juego, no totalmente satisfechas, con huida de la ciudad ante un posible ajuste de cuentas.
         Tuvo Caravaggio muy mala relación con su hermano Giovanni Battista que fue cura[14]. Mala relación incluso hasta el punto de negar conocerlo cuando aquél fue a visitarlo años después en Roma, quizá porque había oído ya hablar de las excelencias de su hermano  el pintor. Probablemente no se volvieron a ver más.
         En 1592 Michelangelo se marcha de la comarca que le vio nacer, para no volver. Tenía 21 años. Una edad más bien alta para alguien que no tenía un asentamiento como pintor profesional. De esa época no existe ni un solo cuadro o dibujo de nuestro protagonista. Su destino final fue Roma donde tras duros comienzos alcanzó una merecida fama.
         Todos estos datos me hacen pensar en una niñez y adolescencia marcada por el desánimo, el rencor y la soledad a una edad temprana, donde la muerte no era algo extraño sino muy habitual. Probablemente es aquí donde toma conciencia nuestro personaje, que para vivir debe luchar e imponerse a los demás, y es el origen de un carácter muy susceptible, excesivamente defensivo y al mismo tiempo extraño, y en ocasiones muy violento. E igualmente pienso en una juventud aprendiendo no sólo el oficio de pintor, sino también esgrima, aficionándose a las juergas, los vicios y las malas compañías, asimilando los códigos de honor y categorías del submundo del hampa del momento y del lugar en que vivió.
         Como no quiero extenderme más, próximamente continuará este asunto.
José Luis Cestero Ramos (nobiliano@gmail.com)
        




[1] Los otros cuadros son “La Vocación de San Mateo”, véase entradas de 1 y 3 de diciembre de 2010, y “San Mateo y el Ángel”
[2] Aquí se ve una referencia de lo que sería en 1607 el viaje y estancia de Caravaggio en Malta y de su nombramiento como caballero de la orden de Malta.
[3] Se puede observar en el cuadro de “Las Bodas de Caná” que está en el museo de Louvre de París, o en “La Cena en la casa de Levi” que está en la Galería de la Academia de Venecia.
[4] Algunos han querido ver en ese personaje al amigo de Caravaggio Mario Minniti, yo sin embargo creo que no lo es. Es el mismo personaje que está sentado de espalda en la “Vocación de San Mateo” y que lleva espada al cinto, y que yo lo identifico con Lionello Spada. Véase la entrada de fecha 8 de enero de 2.011.
[5] Véase la entrada de 3 de abril de 2.011
[6] Puede verse la entrada de 14 de junio 2.011
[7] Véase las entradas de 14-6-2011 y 3-7-2011
[8] En sus ocho últimos años Caravaggio, excepto un par de retratos y un extraño cupido, todos los demás cuadros fueron de contenido religioso. Los cuadros que llevó fueron, al parecer, dos que representaban a S. Juan Bautista y uno a María Magdalena.
[9] En una próxima entrada analizaré mi opinión pormenorizada sobre los últimos días y muerte de Caravaggio.
[10] Los motivos ya los hemos comentado varias veces: unos versos obscenos, procaces e injuriosos con publicidad contra Baglione y otro pintor llamado Tommaso Salini (conocido por Mao). Véase entradas de 18 y 29 de diciembre de 2.010.
[11] Las malas relaciones con Baglione no lo inhabilitan como biógrafo, pero exige poner lo que dice en el microscopio, quizá no en los datos concretos, aunque sí en las valoraciones personales; con Mancini tuvo mejor relación personal. Ningún biógrafo posterior hace hincapié en que ambos pierden el contacto con Merisi cuando éste en 1.606 debe huir de Roma tras haber matado a Ranuccio Tommasoni, y por lo tanto escriben también por referencias, quedando los últimos cuatro años de la vida de Caravaggio todavía en más penumbra, si cabe, sobre lo que le sucedió.
[12] La peste fue llevada por alguien o algunos del séquito de D. Juan, o al menos eso se dice, lo que yo tomo con prevenciones, pues en aquel tiempo no se sabía en el fondo nada sobre epidemias. Que casualidad, que la enfermedad se relacione con los “invasores”.Como se sabe en la peste están implicadas las ratas y las pulgas. No obstante por la Iglesia, comandada allí por Carlos Borromeo se oficializó a la peste como castigo divino, como no.
[13] “carácter temperamental y su espíritu entusiasta” en traducción que puede verse en H. Langdon pag 49
[14] Intuyo que por cuestiones de herencias y por choque de personalidades, su hermano era el chico bueno que estudió para cura, y él probablemente era el chico malo, bastante gamberro y poco aplicado. En lo sucesivo la familia de Caravaggio no vuelve a aparecer en su biografía, aunque sí otra familia aristocrática del lugar: Los Colonna. Especial relación con Constanza Colonna, protectora de Caravaggio, pero este es un asunto que trataremos en otra ocasión.