viernes, 12 de octubre de 2012

CARAVAGGIO: "LA FLAGELACION DE CRISTO"









Comencé a recorrer el pasillo que unía las salas y el color claro, el blanco lejano, forzó a clavar mi vista en él. Enseguida supe que lo había encontrado. Estaba un poco ansioso, debo confesar, pero no esperaba que me atrajera como un imán. Pedí a mi esposa acercarnos un poco más y que me hiciera una foto en ese momento, en ese lugar…

 

                No había duda, se trataba del cuadro de Caravaggio “La flagelación de Cristo”, y dejé para después el contenido de las salas adyacentes…

                El lugar es el museo napolitano de Capodimonte, el que atesora esta joya del claroscuro. El cuadro pintado allá por el año 1.607, durante la primera de la estancias de Caravaggio en Nápoles (Nápoles español), fue un encargo para una capilla de una iglesia de la ciudad, San Domenico Maggiore; mide 286x212’5 cm, los demás datos, que pronto se olvidan, pueden encontrarlos en cualquier libro o incluso en internet.

                Detengamonos un poco en el cuadro:

 

                Desde siempre me llamó la atención que el Cristo tuviera esa musculatura considerable, incluso la misma altura que los torturadores que le rodean. Ese músculo en el cuello, la anchura del pecho, y el abdomen ligeramente prominente, denotan un hombre con fortaleza. Alejado pues, de la imagen del Cristo demacrado y escuálido, que nos presentan otros autores, e incluso el mismo Caravaggio, en por ejemplo el cuadro: “El Prendimiento de Cristo” (ver entrada de fecha 18-2-2012). Era el modelo que tenía disponible en ese momento, y que supongo, mejor reunía las características del personaje de Cristo, que el pintor quería dar. De hecho el mismo modelo parece repetirse en otro cuadro de Caravaggio que debe titularse igualmente como “La flagelación de Cristo”, y que se encuentra en la localidad de Rouen (Francia).

 

                Ya dijimos en la entrada de 7-5-2.011 que la llegada de Caravaggio a Nápoles fue un acontecimiento artístico que tuvo consecuencias de largo alcance. Uno de los primeros afectados, sino el primero, fue Battistello Caracciolo. Este pintor está entre los caravaggistas por mi preferidos, y trató el tema de la tortura de Cristo muy en el estilo del maestro, vean sino este “Cristo en la Columna” que se encuentra también en el Museo de Capodimonte, (museo maravilloso de Nápoles, que ningún aficionado al caravaggismo debería dejar de ver).

 

                Los mismos elementos que el cuadro de Caravaggio que he mencionado en primer lugar: grandes figuras, movimiento, violencia de contraste, violencia en la acción, músculos, dolor. ¿No les parece que el modelo del Cristo podría ser el mismo en un cuadro y en otro? Fijense en el hombro…Bueno realmente es poco probable que se tratara de la misma persona, porque el cuadro de Caravaggio es de 1.607 y este de Caracciolo está datado sobre 1.625, si nos atenemos al crédito a pie de cuadro, sin embargo, si nos atenemos al autor Rodolfo Papa “Caravaggio: Gli ultimi anni”, lo sitúa sobre 1.610, lo que sí hace muy posible que el modelo fuera el mismo. Sea como fuere, lo que sí está claro es que es, al menos, el mismo tipo de hombre, el que hace de modelo, con la misma idea de fondo: Hombre musculoso, es decir, sensación de poder, pero sometido por la fuerza y la injusticia. De paso, es atractivo para el artista reflejar músculos, que son siempre juego de luz y sombra, (al igual que las arrugas de la piel, o de la tela).

                La cosa venía de muy antiguo, vean sino esta imagen arqueológica de Pompeya, como los artistas romanos entendían a la perfección el contraste claro-oscuro en combinación con lo imponente de la musculatura, incluso con matices y cierto escorzo.

 

                Si volvemos a la primera “flagelación” de Caravaggio, (uno de los cuadros de él, que yo llamo “violentos”), quisiera hacer observar algunos detalles que me gustan especialmente, y que dan esa fuerza trágica al cuadro, como son por ejemplo, la posición de piernas de Cristo, digamos como si fuera algo provisional, dando una sensación de que hubiera sido llevado a la columna inmediatamente antes, y haber sido atado, o quizá, se le acabara de “coronar” y se retorciera de dolor, cuando ya la sangre empieza a brotar y caer por el cuerpo. A todo esto se suma la cuidada puesta en escena de los esbirros: ejemplo el que está agachado a la izquierda en un abrupto contraluz y que se apresta a tomar las ramas de espinos para flagelar al cautivo; o el calvo de la derecha apretando las ligaduras a la columna; pero el record se lo lleva el esbirro de la izquierda con una cara inusitada de odio, medio en la sombra, y que estira con la mano izquierda el pelo de Cristo.

 

Vean el detalle de la cara del esbirro, el puño estirando el pelo, el hombro de Jesús y la corona de espinas que ha producido ya las primeras gotas de sangre que caen por la sien y han llegado ya por debajo de la clavícula.

 Estiramiento del pelo como un detalle sádico que sólo recuerdo haber visto en dos cuadros, uno probablemente anterior al de Caravaggio, de Stefano Pieri, en la Concatedral de Saint John en Malta.

 

¿Conocía Caravaggio esta pintura? No lo sé. Es posible.

El otro cuadro, posterior al de Caravaggio, es de Giovan Francesco Barbieri, conocido como Guercino, que tuvo su época caravaggista, si bien este cuadro no correponde por completo a ese estilo, sí que podemos notarlo en el modelado de la figura de Cristo.

 

 

Este cuadro se encuentra en la Galería Nacional de Arte Antiguo del Palacio Barberini de Roma

                Ya he hecho mención a la fenomenal ubicación del cuadro de Caravaggio que nos ocupa, pero ahora quiero abundar diciendo que está en una sala para él sólo, lo que demuestra una gran generosidad, además, destacar que en mi opinión está muy bien restaurado, e igualmente, y sobretodo, magníficamente  iluminado. Cosa que no es fácil de encontrar.

                Esta obra maestra es, a mi parecer, el cuadro más importante de Nápoles, o al menos de los tres más importantes, de las muchas pinturas increíbles y maravillosas que hay en Nápoles. Así, si no lo han  visto, y tienen la oportunidad, no se lo pierdan porque ni este comentario, ni otros que pueda haber, ni los libros, ni videos, ni nada, sustituyen al hecho de que se queden delante del cuadro, el tiempo que precisen, y se sumerjan en la fascinante escena que, de una forma u otra, siempre nos propone Caravaggio.

Saludos y hasta otra ocasión.

Jose L. Cestero

nobiliano@gmail.com