CARAVAGGISMO: VELAS, CANDILES, ANTORCHAS, Y TIZONES, (parte
I)
Caravaggistas:
Hendrik Van Honhorst
Una de las
causas fundamentales por las que nos gustan los cuadros de Caravaggio y
pintores que tienen en él su influencia, es el tratamiento intransigente de la
luz.
La luz de la
que hablamos es siempre parcial, generalmente intensa, fuertemente amenazada
por lo nebuloso o directamente por lo obscuro, se crea así el claroscuro; la
eterna lucha.
Viendo otra
vez en Dublín el impresionante cuadro de Caravaggio: “El Prendimiento” (puede
verse también en este blog la entrada de fecha 18-Febrero-2.012, donde se
encuentra más ampliamente comentado)
…reparé una
vez más en el candil que alumbra la escena y que asimismo ilumina el
autorretrato de Caravaggio arriba a la derecha del cuadro. El efecto lumínico del fuego en la pintura tuvo una
gran trascendencia en estos años y en años posteriores como veremos.
No obstante,
antes de Caravaggio el efecto al que
aludimos ya se conocía, por lo tanto, Caravaggio no fue su inventor. Les ofrezco
un ejemplo de un cuadro anterior al Prendimiento.
¿Saben quién
pintó este cuadro? El Greco. ¿Curioso no? El Greco notable pintor que está de
plena actualidad. El lienzo se titula “El soplón” año 1.572. y se encuentra en el
Museo de Capodimonte en Nápoles. Veamos otro:
Igualmente de El Greco. Este alucinante cuadro titulado “Fábula”, con mono
incluido, que es sólo parte de un cuadro mayor cuyo resto está perdido, se encuentra en el Museo del
Prado de Madrid ¿No les parece como muy moderno si tenemos en cuenta que se
pintó en 1.580?
Casi todos los
cuadros de Caravaggio reflejan interiores, y hemos comentado alguna vez en este blog, que tenía especial predilección
por el efecto lumínico de foco, el cual se producía al penetrar la luz en un
agujero efectuado en el techo de las casas que alquilaba (con el consiguiente
enfado del propietario como sabemos ciertamente). Sin embargo, hay un cuadro de Caravaggio muy
interesante y complejo llamado “Las siete obras de misericordia” y que ustedes
pueden encontrar en Nápoles.
Este cuadro,
ejemplo de síntesis temática, donde aparece un eclesiástico en la esquina de
una calle con una antorcha o tea, es el segundo caso donde Caravaggio muestra de
forma explícita, el fuego como fuente de luz para el cuadro. Se trata de una
calle, pero la escena es tan densa, que más bien parece un interior; asimismo, la escena alumbrada por la antorcha va a producir los claros y los obscuros, y
es bastante convincente; aunque seguramente no se haya dado cuenta de que,
resulta difícilmente explicable cómo es posible, que el joven del sombrero, por
poner un ejemplo, esté iluminado por delante cuando la antorcha está detrás.
Eso no es un problema para Caravaggio, pues él crea el sentimiento de luz para
todo el cuadro. El genial pintor no es, -no fue-, un técnico en luminotecnia, ni tiene que
mostrar un discurso lógico, solamente intenta impregnar su mensaje en el
piadoso espectador del cuadro, que es para lo que se hizo, y para donde se puso,
la Iglesia del Pio Monte della Misericordia.
La luz
producida por el fuego da mucho juego al pintor. Se intensifican las
expresiones, y por tanto las emociones de los rostros. Por el contrario, si el rostro está demasiado cerca la luz, deviene excesiva y aplana la superficie, es como si se
“quemara”. Los colores en general tienden a ser cálidos, y puede haber, por otra parte, reflejos sorprendentes. Las figuras ganan en tridimensionalidad, pues el
contraste entre la luz y la obscuridad se exacerba. Juzguen ustedes mismos si este cuadro que
sigue podría corroborarlo:
Este cuadro de
más de dos metros de ancho fue realizado por el caravaggista Gerard (o Gerrit) Van
Honthorst, o si lo prefieren y mucho más fácil de pronunciar, Gerardo de la
Noche, -Gherardo delle Notti, dicen los italianos- que es como se le conocía.
Nos recuerda la época en que Caravaggio pintaba las obras la Buenaventura o Los
Tahúres. El cuadro que se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia, refleja
una cena y fiesta nocturna que se aleja de temáticas estrictamente religiosas para adquirir
un tono desenfadado, y esto podía ser muy atrevido en su momento, no obstante, igual
podía tener una intencionalidad profunda, quizá moralizante, a través de la
muestra de elementos muy frívolos para la época: el laúd, risas, vino, damas de
compañía y la inclusión de una vieja alcahueta bastante mellada, parece querer decir “mirad los
excesos, mirad el pecado que acontece por la noche”. Sea así o no, en cualquier
caso, el cuadro es impresionante y está iluminado con dos velas: una escondida
tras el caballero que ríe y que queda a contraluz; y la vela del lado derecho
del hombre con grandes tragaderas. Deténgase por favor en la expresión de los rostros, o
por ejemplo, en los reflejos de las copas, hay muchos otros detalles que les
pueden interesar, incluso sorprender. ¿Les gusta?
La herencia
del efecto lumínico se traslada bastante tiempo después de Caravaggio (recordemos que falleció en el año 1.610). Un par de ejemplos de cuadros muy conocidos:
El siempre
sorprendente y un tanto sádico cuadro de Joseph Wright de Derby “Experimento con un pájaro en
una máquina neumática”, que está en la National Gallery de Londres fechado en
1.768.
O este trágico
cuadro de Goya del año 1814. Los fusilamientos del 3 de Mayo . Museo del Prado
por supuesto….Observen el gran farol que alumbra la escena de la masacre en la
noche, cuya luz se refleja sobretodo en la camisa blanca del fusilado con los
brazos arriba.
Por cierto, al mirar el cuadro mucha gente no
repara en semejante pedazo de farol a los pies de los fusileros, produciéndose un curioso caso de “punto
ciego”, en este caso…punto ciego de luz.
Y ya que me he
metido en una pequeña evolución del tema de la luz de la vela en la pintura, no
me resisto a proponerles este cuadro de Viktor Madarasz de 1.859 titulado, "El
luto por Laszlo Hunyadi", en el Museo Nacional de Budapest, donde dos velas
iluminan un espacio más amplio en una escena luctuosa, sirviendo el mantel de
altar, pero sobretodo la mortaja y la manga de la mujer como reflectores de la
luz de las velas.
Si prefieren
una interpretación de pintura algo más moderna también es posible este ejemplo
de Istvan Csok de 1.891 en el Museo Nacional de Budapest –por cierto, aviso
para viajantes: muy buenos cuadros tanto en el Museo de Bellas Artes de
Budapest, como en el Museo Nacional de Budapest-.
Se trata de “Las huérfanas” en
el que podemos ver que la ventana, que ya casi no aporta luz, sumado al candil,
crea una atmósfera obscura, gris y azulada que transmite tristeza por la
ausencia. El candil en este caso no aporta la sensación de calidez, o al menos no mucha.
Pero volviendo
a los autores caravaggistas que preferentemente nos ocupan, les propongo
detenernos, y ya que lo hemos mencionado, en el pintor Gerardo de la Noche
( Gerard Van Honthorst).
En este cuadro
“El retorno” tan parecido a la “Cena con laudista" que está en la alta
Pinacoteca de Munich, destacamos la interposición entre la copa del relajado bebedor, y la luz de la
candela, y sin que falte, cómo no, en la escena, la abuela mellada.
Honthorst
nació en Utrecht (1.590), y con pocas variaciones siguió el mismo trayecto
artístico y vital que otros pintores de los países bajos que se acercaron al
caravaggismo, esto es: joven talentoso que va a Roma a formarse como pintor
teniendo como referentes a Miguel Ángel, Rafael, Julio Romano, Zuccaro o
Carraci, etc. pero se encuentra con pinturas de Caravaggio, se queda
impresionado, e intenta seguir un camino iniciado por el Merisi, dando su sello
personal. Digámoslo todo, también, eran formulas pictóricas que todavía daban dinero. Porque si se pintaba así era porque gustaba y se pagaba. Esos jóvenes estaban más o menos tiempo en
Roma, y generalmente volvían a sus lugares de origen o viajan a otras ciudades
en busca de su suerte.
Esta reunión
musical que se encuentra en Galería Nacional de Dublín debió pintarse en la
misma época (1.617-1.620), que la Cena con Laudista que hemos visto. En este
caso, la vela ilumina el libro de canciones y a los cantantes, de paso nos
ofrece una imagen muy sentida del tañedor del laúd. ¿Recuerdan los lectores fijos de este blog la obra/s de
Caravaggio “El tañedor del laúd”?
Gerardo de la
Noche fue un especialista en luz de candela, pero pintó durante su carrera
muchas otras cosas, su obra es bastante amplia: retratos, escenas religiosas
del nuevo y antiguo testamento, mitologías, cuadros de músicos, etc. pero en
esta ocasión nos centramos en luz de candela; y entre esos cuadros ,que yo haya
visto, les propongo éste:
Del Museo
Hermitage de San Petersburgo, donde el joven Cristo alumbra en su trabajo de
carpintero a San José, Observen que éste tiene la corona o aureola con la que se
solía pintar a los santos. Reparen en la expresión alumbrada de bondad del jovencito Jesús.
Esta
Coronación de Espinas de Gerardo de la Noche del Rijksmuseum de Amsterdam
ilumina el rostro de dolor de Jesucristo en contraste con las expresiones de
burla de los esbirros que le rodean, logrando un mensaje muy claro y eficaz. Por
cierto, atención al fulano que está soplando en un cuerno al oído; me parece un elemento bastante original.
El Dentista en
Berlin Gemaldegalerie. Bonito contraluz en la mano.
Bastantes
cuadros más con este efecto lumínico pintó Gerardo de la Noche, excelentes muchos de ellos, pero estos ejemplos
son los que les ofrezco, para que si van por los museos reparen y disfruten de
este estilo que es en definitiva de lo que se trata.
Gerardo de la
Noche estuvo en Roma unos cuatro o cinco años, después siguió su carrera
retornando a Holanda, y falleció en Utrecht en 1.656.
Continuará.
Saludos. José Luis Cestero (caravaggismo@gmail.com)
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