Si tienen ocasión de verla, se la recomiendo fervientemente. Está en el Museo del Prado… y no queda mucho tiempo. En todo caso, puedan ir o no, compren el libro de la exposición “El joven Ribera”. Está bien de precio, y contiene textos de Gabriele Finaldi, José Milicua, Gianni Papi, Javier Portús, Nicola Spinosa y Antonio Vannugli; todos ellos gente muy docta en los pintores y cuadros que nos interesan.
La idea general de la exposición es en resumen la siguiente: Partiendo de unos cuadros recientemente atribuidos a Ribera, se va reconstruyendo su trayectoria artística en Roma, cuya estancia parece ser bastante anterior a lo que se pensaba hasta ahora.
¿Y qué implica eso? Implica que de una vez se va a coger el toro por los cuernos, y se va a demostrar que un jovencísimo Ribera conoció y fue “alumno” de Caravaggio en Roma aproximadamente en 1.605, -entiéndase alumno en el sentido más amplio posible, dado que se hace difícil imaginar a Caravaggio como un paciente profesor-.
Les contaré una anécdota tengo tres grandes carpetas con datos de pintores una se titula “Los que conocieron a Caravaggio”, otra “Dudoso que conocieran a Caravaggio” y la última “No conocieron a Caravaggio”. Cuando leía sobre Ribera siempre notaba un salto en el que de su llegada a Roma se traslada el relato con alegría a Nápoles en 1.616 –unos seis años después que muriera el maestro-, dejando un casi vacío de varios años. Como no me convencía, yo, por pura intuición, pasé a Ribera de la carpeta de los que no lo conocieron, a la de los que quizá lo conocieron, pues me parecía que había unos años oscuros en que cabía la posibilidad teórica de un conocimiento personal mutuo. Ahora estoy muy contento de que las investigaciones vayan confirmando esa intuición.
Así, y en el Libro “El joven Ribera” se dice cómo se llega a esa hipótesis razonable. Para Gianni Papi se habría formado una primera vanguardia caravaggista con Cecco del Caravaggio, Bartolomeo Manfredi, José Ribera El Españoleto, y Giovanni Antonio Galli conocido por “Spadarino”[1]. La siguiente hornada de pintores, (en la segunda década, esto es de 1.610-1.620), según la tesis de Papi, tendrían como referente no a Caravaggio sino más bien a Ribera, es decir esos pintores no estarían tanto teniendo como referencia “la Vocación de San Mateo”[2], como al cuadro “Jesús entre los doctores”, recientemente atribuido a Ribera con datación en 1.612 ó 1.613, y que se puede ver en la exposición, estando ampliamente explicado en el libro. Considera G. Papi, que en función de eso, la palabra “caravaggista” resulta impropia, superada y fuera de lugar, pues para esos pintores de la segunda década la palabra “…los oprime, casi los relega como artista menores…”[3].
Como quiera que este modesto “blog” tiene como título “caravaggismo”, me siento aludido, y querría aportar también humildemente mi opinión en las siguientes líneas.
Hace tiempo que yo sabía que a G. Papi no le gustaba la palabra. Ahora conozco su argumentación completa. Debo decir antes, por cierto, que dentro de mis escasos medios, poseo en mi biblioteca, y he leído con fervor, su libro La “schola” del Caravaggio. Dipinti dalla Collezione Koelliker de 2.006 que compré en Roma, y que he leído, y aún releo, con el diccionario de italiano en la mano, pues hay palabras y giros de ese idioma que se me escapan. Dentro de ese libro, se incluye una largísima lista de pintores, se supone que pertenecientes a la “schola” del Caravaggio. Entre ellos Ribera. No obstante lo cual, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión.
Las palabras sirven para entendernos, esa es su principal función. A veces, es cierto, las palabras no responden con precisión a las exigencias de conocimientos más profundos. Eso es normal. Las palabras también a veces se desgastan o encogen de contenido con el tiempo, y así tenemos que modificarlas o crear otras. G. Papi ve como la palabra caravaggismo, –por extensión caravaggistas-, oprime y relega a ciertos autores como menores, porque, claro está, los ve con méritos grandes y virtudes propias. De acuerdo, pero sino los llamamos caravaggistas… ¿cómo los llamamos entonces? ¿Tenebristas? ¿Quizá “riberistas”? ¿Según sea la primera, la segunda o la tercera década del S XVII? ¿Quizá no les llamamos de ninguna manera especial? No lo sé. El caso es que si nos fijamos en las diferencias, en las innovaciones, el caravaggismo se queda corto e inadecuado, pero si nos fijamos en las similitudes, quizá el caravaggismo como palabra no está tan mal. Es un enfoque práctico. Por otra parte Caravaggio es actualmente, con diferencia, mucho más conocido[4], que por ejemplo Spadarino o que incluso Ribera, (cuestión de moda, no siempre fue así como sabemos), pero, a través de aquél, impulsados por su genio podemos llegar a Ribera y Spadarino y otros. Nunca he pensado yo en tildar a otros artistas distintos de Caravaggio como menores. Creo que a ningún admirador del arte se le ocurriría algo así. Y a tenor de esto, siempre me viene a la cabeza, cuando en el museo Van Gogh de Ámsterdam, no podía yo ni caminar del gentío que estaba degustando los cuadros del pelirrojo holandés, artista que, según tengo entendido, no vendió muchos cuadros en vida, lo que demuestra, y demostrará por siempre, lo injusto de la desconsideración a un artista.
Y sin embargo, de algún modo G. Papi me produce cercanía y simpatía cuando dice que incluido él mismo continúa utilizando el término –caravaggissmo-, pues no consigue arrinconarlo probablemente por economía lingüística. Para terminar este asunto nominal, pienso que a medida que pasa el tiempo, los “ismos” se alejan del personaje que los bautiza, incluso de su estilo directo, y nos lleva más a un concepto si se quiere un tanto vago. Por ejemplo, si hablamos sobre surrealismo y comentamos sobre Dalí, Magritte o De Chirico, que son pintores muy diferentes, seguramente nos entenderíamos pese a que sus diferencias son notables.
Los argumentos de Gianni Papi en cuanto a lo demás me resultan convincentes.
Pongamos como ejemplo el siguiente cuadro:
Se titula “La negación de San pedro”. Este fabuloso cuadro de 163x233 fue uno de los que más me interesó de la exposición “El joven Ribera”.Fue pintado en aproximadamente 1.615 ó 1.616. Estaba hasta ahora mayoritariamente atribuido a un caravaggista de origen francés llamado Valentin de Boulogne. Ahora veamos este otro:
Fue pintado por Caravaggio en 1.609 ó 1.610 y es propiedad del Museo Metropolitano de Nueva York. Se titula igualmente “La negación de San Pedro”. Medidas 94 x 125’5.
El cuadro de Ribera el Españoleto, atribuido gracias a los buenos oficios de G. Papi, yo diría que es muy caravaggiesco. Podríamos encontrar muchas diferencias, pero también muchas similitudes ¿en qué quiere fijar usted la atención?¿En las diferencias o en las similitudes? Yo en todo.
Para empezar el cuadro de Caravaggio es muy posible que fuera conocido por el Españoleto pocos años después de la muerte de Caravaggio, incluso que lo conociera en Roma.
¿Es posible que este cuadro fuera un homenaje de Ribera al maestro? Quizá. Yo diría que sí. Veamos:
El cuadro de Ribera tiene dos claras secciones, una primera “los que están de pie y a la derecha” (negación de S. Pedro), y “los que están en la mesa”, (que evoca la escena del Nuevo Testamento en la que los soldados romanos se juegan a los dados las ropas de Jesús crucificado). Además, habría otro inquietante personaje de pie a la izquierda que funciona de alguna manera como nexo de unión de las dos secciones. La actitud y gesto de S. Pedro es la misma en los dos cuadros; manos simétricas dobladas hacia adentro, con los pulgares extendidos como queriendo decir “¿Yo? Yo no tengo nada que ver con Jesús”. Seguimos. La mujer que está al lado de S. Pedro en ambos cuadros le señala; y aquí debemos hacer mención que ya en el cuadro de Caravaggio “La Vocación de San Mateo” ya se ponía en evidencia toda la teatralidad y dramatismo de los señalamientos entre unos y otros personajes. Destaca la innovación del tipejo con gorrita –la gorrita es del estilo del cuadro también de La Vocación de S. Mateo- que está con el dedo acusador dirigido a S. Pedro, función que realiza en Caravaggio el soldado con su mano a contraluz. También está el soldado que simboliza la fuerza del poder, lo peligroso de la situación en que se ve S. Pedro. El soldado va con su coraza y es una imagen de soldado en el tiempo del cuadro, una transgresión temporal de la que ya hablamos en la Vocación de San Mateo. En el cuadro de Ribera el soldado que está mirando a los dados con la coraza puesta, (la coraza con su brillo intenso, era una filigrana apreciada y rompe de alguna manera con la monotonía de las ropas de los demás). Después la mesa; la mesa da mucho juego a los buenos pintores. Ocurren muchas cosas en su entorno. Sirve a los pintores para agrupar a los personajes en diferentes actitudes. Aquí, una vez más, como en la Vocación de San Mateo, algunos personajes permanecen ajenos a lo que ocurre cerca de la mesa. Con la mes como aglutinador dos temas pictóricos muy conocidos: La Última cena y La cena de Emaús[5]. Por ultimo, reparemos en la iluminación. Caras, parcialmente iluminadas, manos –siempre difíciles de hacer-, ropas de tonos oscuros, oscuridad general, intensidad, peligro, y al mismo tiempo desolación. Obras maestras ambas desde luego.
Bien, Ribera caravaggista. Ribera innovador. Nos gusta Ribera “El Españoleto”. Me temo que hablaremos bastante de Ribera.
Enhorabuena a G. Papi por sus investigaciones, y a los que han montado esta exposición, que nos permiten conocer y admirar más obras de arte. Estamos abiertos a todo. Aquí no hay dogmas en nada. Este es un blog entre amigos. Hasta pronto.
José Luis Cestero (nobiliano@gmail.com).
Fe de erratas.
En la entrada de fecha 28-2-2011 señalo como de Carlo Saraceni el cuadro de San Gregorio Magno que se encuentra en la Galeria de Arte Antiguo del Palacio Barberini de Roma. Dicho cuadro ha sido atribuido a José de Ribera El Españoleto por investigaciones de Silvia Danesi Squarzina (2.003). No obstante pido perdón, y ruego que admitan como excusa, que cuando estuve allí en el Palacio Barberini, vi el cartelito con el nombre de Ribera, pero mi atención estaba centrada en los cuadros de Caravaggio “Judith y Holofernes” y “Narciso” que estaban en la misma sala, y como no dejan fotografiar, llevo muchas cosas en la cabeza, y no puedo recordarlo todo bien. Compré la Guia del Palazzo en italiano (de 1998 pero reeditada en 2.009), y señala el cuadro como de Carlo Saraceni (pag 96), entonces, al verlo así en el libro, pensé que yo me había confundido con el cartel leído de Ribera y que pertenecería a otro cuadro contiguo.
[1] “Spadarino” es un pintor poco conocido en general y del que no hemos comentado casi nada. No obstante es muy interesante y hablaremos de él en una próxima entrada.
[2] Ver la entrada de 1-12-2010 y 3-12-2010.
[3] G. Papi “El joven Ribera-Ribera en Roma. La revelación del genio.” Pag. 46
[5] De Caravaggio no tenemos Ultima Cena, pero tenemos dos maravillosas cenas de Emaús, de las que ya hablaremos.
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