Su fama le precedía.
Caravaggio llegó a Nápoles en 1.606 como un proscrito, aunque claro, eso era un secreto. Sin embargo, llegó con fama, con fama de pintor, atrevido e innovador. El Caravaggio había matado en Roma a finales de mayo de 1.606 a un hombre en circunstancias poco claras, (véase la entrada de 28-1-2.011). Ahora estaba en Nápoles y su fama le precedía. Pero sólo como pintor. Había quien le había conocido en Roma. Sus cuadros de Roma, habían sido vistos por algunos y contaban maravillas. Es indudable, la estancia de Caravaggio en Nápoles convulsionó el ambiente pictórico de la ciudad.
Nápoles, ciudad española en ese tiempo, más grande y con muchos más habitantes que Roma, estaba gobernada por un virrey español, al servicio de su Majestad el Rey Felipe III de España.
Las instituciones católicas y los hombres y damas pudientes estaban ansiosos de gastar mucho dinero en cuadros de devoción, y también en retratos que les inmortalizaran, y querían lo mejor, lo mejor y lo más original venía de Roma, y era Caravaggio.
Nápoles había alumbrado a un grupo de pintores no demasiado jóvenes, pero independizados. Uno de ellos con 28 años era BATTISTELLO CARACCIOLO, realmente llamado Giovanni Battista Caracciolo, y conocido también simplemente por Battistello. Este pintor fue impactado por la terrible originalidad de la pintura de Caravaggio y adoptó su estilo. Hoy quizá a algunos no les llame la atención el estilo claroscuro, pues mentalmente, de alguna manera, estamos “acostumbrados” a ese estilo, y aunque resulte obvio, no es por ello menos importante decir que, ni Rembrandt, ni Murillo, ni Goya, ni siquiera Velásquez, que en ese momento era un chiquillo de 7 años, ni todos los posteriores que ahora tienen tanto cartel, y que han impregnado nuestra mente con sus imágenes, habían nacido. Entonces, en aquella época, quizá los habitantes de Nápoles que hubieran estado en Roma, conocerían los frescos de Miguel Ángel y de Rafael, o los que hubieran pasado por Venecia habrían visto cuadros de Tiziano o de El Veronés, o quizá, algún entendido, hubiera visto alguno de los pocos cuadros de Leonardo.
Caravaggio en Nápoles pronto recibió encargos, y los pintores napolitanos empezaron a ver las obras directamente del maestro, incluso es muy probable que le ayudaran facilitándole estudio, caballetes, modelos, etc.
Caravaggio pintó este cuadro para la napolitana Iglesia de Pio Monte de la Misericordia. Se titula “Las siete obra de caridad”. Aunque es una obra para detenerse a admirarla, en esta ocasión no me detendré mucho, sólo diré que es para estar un buen rato viéndola porque es un cuadro en el que están sucediendo muchas cosas simultáneamente.
Battistello Caracciolo, uno de mis caravaggistas preferidos, pintó para la misma Iglesia poco después este cuadro que se titula “La liberación de San Pedro”.
La influencia está muy clara. El cuadro narra el pasaje en que San Pedro, ayudado por un ángel, que rompe sus cadenas, pasa por al lado de los guardias sin que adviertan su presencia.
En lo que nos importa, se sabe que Battistello Caracciolo visitó Roma en 1.614, y pudo admirar las obras públicas de Caravaggio para las iglesias de San Luis de los Franceses y Santa María del Popolo, y seguramente otras en colecciones privadas.
Es en mi opinión Battistello, uno de los pintores más cercanos a Caravaggio, tanto personalmente, porque lo conoció, como estilísticamente, y los intentos de algunos, empeñados en buscar diferencias en detrimento de Battistelo Caracciolo, no son más que vacíos esnobismos.
Aquí estoy en el Museo de Sevilla (museo muy recomendable), con este cuadro de Battistelo, que incluso en algún momento fue atribuido indebidamente al Caravaggio, se trata una vez más el dramático tema de la decapitación del Bautista (véase la entrada del 29-12-2010 sobre este tema pictórico tan demandado en esa época).
Un par de ejemplos más de Caracciolo con el tema recurrente de la decapitación, en los que yo valoro mucho el desnudo del esbirro que corta la cabeza, y las curiosas expresiones de las caras de las figuras.
En el Museo del Prado hay un cuadro de Battistelo llamado “San Cosme y San Damián”, que es de una gran calidad, (hay otras copias en otros museos), aunque más bien parecen dos filósofos que dos santos, bueno en realidad son conocidos como “los santos médicos”.
A diferencia de Caravaggio, Battistello sí que pintó frescos.
Tuvo Battistello Caracciolo como discípulos, a caravaggistas insignes de segunda y tercera generación, como fueron Massimo Stanzione y Mattia Pretti. Por cierto, Stanzione que tenía 21 años en 1.606 es muy posible que también conociera a Caravaggio en persona.
Está documentada su amistad con Ribera, el españoleto, y con otro español muy poco conocido llamado Juan Dose ( también llamado Giovanni Do). De estos caravaggistas y de otros españoles, muy buenos todos, hablaremos en su momento largo y tendido.
Battistello falleció en Nápoles en 1.635, 25 años después de morir Caravaggio.
Hasta la próxima.
José Luis Cestero (nobiliano@gmail.com).
No hay comentarios:
Publicar un comentario